Burkina Faso: santuario del terror mundial - Alfa y Omega

Burkina Faso: santuario del terror mundial

Los atentados contra una mezquita, una iglesia católica y tres poblados demuestran el enquistamiento del terrorismo en el país africano. Con 2.000 muertos en 2023, es el país más castigado por esta lacra

Victoria Isabel Cardiel C.
La iglesia acoge en la capital del país a desplazados por el conflicto
La iglesia acoge en la capital del país a desplazados por el conflicto. Foto cedida por Paolo Motta.

Los terroristas llegaron en dos motos hasta la puerta de la sencilla iglesia de San Nehemías, en el pueblo burkinés de Essakane. Sacaron sus fusiles de asalto y empezaron a disparar. «Iban vestidos con camisetas con imágenes religiosas y cruces», explica el obispo de la diócesis atacada de Dori, Laurent Dabiré. En apenas unos minutos, la capilla se transformó en un escenario macabro con cuerpos ensangrentados tirados por el suelo. Entre los 15 fallecidos había un niño de 3 años. Un ejemplo más de como el terrorismo se ha incrustado en Burkina Faso con batallones de insurgentes que campan a sus anchas sin encontrar apenas resistencia. Ese mismo día, el 25 de febrero, decenas de fieles musulmanes fueron asesinados en otro atentado en una mezquita en Natiaboani, en el este del país; y otro ataque masivo en las aldeas de Komsilga, Nodin y Soro en la frontera con Malí se saldó con 170 muertos. «La población sigue conmocionada. Todo el mundo se ha encerrado en sus casas atemorizado», explica Dabiré, que también es el presidente de los obispos de Burkina Faso y Níger.

El declive en la seguridad dio alas al golpe de Estado militar de enero de 2022, liderado por el teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba. Ocho meses después, el capitán Ibrahim Traoré se hizo con el poder. Una de las primeras medidas antiterroristas que tomó fue la creación de los llamados VDP, grupos de autodefensa reclutados entre la población local, la mayoría pastores que conocen el terreno. Un ejército improvisado «mal equipado y, sobre todo, mal entrenado» para librar una guerra contra un enemigo cada vez más escurridizo que, según explica el analista Daniel Eizenga, del Centro Africano de Estudios Estratégicos, pronto se vio desbordado por la magnitud de los atentados terroristas cometidos. «El Gobierno anterior adoptó un enfoque más amplio del conflicto, que incluía el diálogo con los militantes islamistas y la concesión de amnistías», asegura Eizenga. Actualmente, casi la mitad del territorio, al este y al noreste del país, está «fuera del control del Gobierno» y en el último año «al menos tres decenas de ciudades han sido asediadas por grupos extremistas». Traoré ha movilizado a unos 50.000 civiles como parte de estas milicias. Una estrategia de «guerra total» que, de momento, «no está ayudando al Ejército a recuperar territorio, sino que está avivando aún más el conflicto». Según un informe de agosto de 2023 de este think tank estadounidense, el número de civiles asesinados por grupos extremistas aumentó un 165 % en los 18 meses siguientes a la llegada al poder de los militares. En paralelo, están creciendo en el país las ejecuciones extrajudiciales cometidas por las fuerzas de seguridad, así como los ajustes de cuentas entre las comunidades tribales. «Hemos documentado testimonios de aldeas atacadas y civiles masacrados sin motivo por los cuerpos del orden», resume Eizenga.

Con casi 2.000 muertos en 2023, Burkina Faso arde por los cuatro costados. Tras la retirada de los soldados franceses hace más de un año, el país ha entrado en «una deriva populista que está armando a los civiles a través del programa de voluntarios y movilizando a las masas», señala el investigador Edoardo Baldaro, de la Universidad de Palermo. Como resultado, muchos de los que se unen a los extremistas solo «buscan venganza» contra el Estado. El reguero de sangre ha obligado a muchas familias a abandonar sus casas. El número de desplazados internos ha pasado de unos pocos miles en 2018 a casi dos millones en 2022, según recoge el Consejo Noruego para los Refugiados. Algunos de ellos son atendidos por organizaciones católicas radicadas en la capital, Uagadugú, que —debido a su ubicación en una meseta— goza de una cierta ventaja defensiva. Essakane no está lejos de las fronteras con Malí y Níger, un triángulo mortal: «Los terroristas han dinamitado todas las vías de acceso para aislarlos aún más y controlan las principales rutas de tránsito», asegura una fuente misionera local que prefiere no dar su nombre. Una estrategia de asfixia que también dificulta las actividades de las organizaciones humanitarias. Por ejemplo, Médicos Sin Fronteras suspendió sus actividades en el país tras el asesinato de dos de sus miembros en febrero de 2023.

Cinco ataques
  • 10.392 escuelas fueron cerradas por la violencia en Burkina Faso entre 2022 y 2023.
  • Más de 200 muertos en tres ataques terroristas el 25 de febrero
  • 66,6 % de los asesinados estaban en regiones fronterizas con Malí.

La nación más azotada por el terrorismo. Según el Instituto para la Economía y la Paz (IEP, por sus siglas en inglés), Burkina Faso es ya el país más castigado, tras contabilizar el año pasado 1.907 víctimas mortales, un 68 % más que en 2022, en un total de 258 ataques. Este dato supone casi una cuarta parte de los fallecidos por terrorismo a nivel mundial.