Barrockeros: un espectáculo cómico, ligero y divertido - Alfa y Omega

Ni Johann Sebastian Bach, ni Händel, ni Corelli, y aún menos Vivaldi se reconocerían en este encuentro entre Barroco y rock. Una ficción espacio temporal donde los protagonistas, músicos de pasado, artistas, hambrientos y talentosos sufren las alucinaciones provocadas quizá por las setas que ingieren, quizá por su ingenio loco, y se ven abocados al rock.

Antes de la actuación que les lleva al palacio de Romanones, tres músicos contratados para un concierto, grandes como intérpretes pero penosos como micólogos, comen ciertas setas de palacio que resultan ser alucinógenas. Estos hongos producen en ellos nuevos estados musicales y sin saber cómo se ven poseídos por Freddy Mercury, los mismísimos ACDC o Jacques Brel y su Ne me quitte pa, aderezadas con inventos magníficos de propia creación como la Oda al jamón de jabugo.

Foto: Luis Malibrán.

Un espectáculo cómico de opereta como las de siglo XVIII, ligero y divertido, donde el objetivo es utilizar la música y la voz para hacer pasar un muy buen rato al público. Después de la música del Renacimiento surgió la llamada música Barroca que resultaba sorprendente e innovadora por los grandes cambios que incorporaba respecto a la anterior. Entre las novedades más importantes estaba el uso del bajo continuo; dos instrumentos, uno grave como la viola de gamba, y otro armónico, como el laúd, sonaban de forma constante marcando el compás casi mecánicamente. También este tipo de música daba pie a la improvisación, y cambiaba las uniformes voces renacentistas por extremos graves o agudos que armonizaban tan bien como armonizan las voces de los protagonistas de esta aventura. Todo esto es tan contemporáneo que podría ser el rock de hoy en día… ¿y si realmente lo fuera?

Con una magnífica interpretación tanto musical como vocal, estos tres andaluces ponen en práctica la barroca teoría de los afectos, que creía en el poder de la música para trasmitir emociones a modo de catarsis. Y en Barrockeros es una catarsis de lo más divertida. Una hora y media de entrega absoluta por su parte y de no parar de reír por parte del público.

Foto: Luis Malibrán.

Que el hilo del argumento no se sostiene demasiado, sobretodo porque comienza una historia que no se termina de cerrar o directamente ni siquiera se cierra. Da igual. Que la escenografía sube y baja sin una conexión muy clara con lo que está pasando. Tampoco importa demasiado la verdad. Lo más importante de Barrockeros son ellos, los artistas; Jose Francisco Padilla (laúd, guitarra y arreglos musicales), Juan Manuel Zapata (tenor) y Rubén Rubio (viola de gamba, guitarra y una voz de lo más heavy), tienen un arte que les sale por los cuatro costados. Formados en la música clásica, son capaces de distinguir la buena música en todos y cada uno de los estilos contemporáneos y aportarle su toque personal.

Freddy Mercury debía estar visualizando en algo así cuando hizo el dúo con Montserrat Caballé. Solo que en el caso del tenor Zapata, éste es capaz (debe ser cosa del sentido del humor) de salirse del papel operístico para simplemente disfrutar cantando algo que hace unos meses ni siquiera conocía, y hacerlo además con los labios pintados de rojo y los ojos ennegrecidos como Robert Smith (The Cure).

Un espectáculo para todos los públicos, con leotardos, mangas de farol, pelos largos y mucha, muchísima música.

Barrockeros

★★★★☆

Dirección:

Paseo de la Chopera, 14

Metro:

Legazpi

ESPECTÁCULO FINALIZADO

Cartel de 'Barrockeros'