Bagdad despierta - Alfa y Omega

No son imágenes de paz y tranquilidad las que nos vienen a la mente cuando hablamos de Irak, ni mucho menos. Lo experimenté con la gente que me rodeaba cuando anuncié mi partida hacia este país. El aire de desconcierto de mis interlocutores decía mucho sobre lo que les evocaba cuando mencionaba Bagdad, Mosul y otros lugares citados mil veces en la prensa occidental desde hace 25 años en relación con acciones de guerra, atentados, secuestros, etc. Estábamos lejos del Bagdad de Las mil y una noches, que, sin embargo, fue lo que simbolizó durante mucho tiempo esta ciudad para los europeos.

Al llegar al lugar continuaron las imágenes negativas. La ciudad parecía caótica, mal mantenida, salpicada de edificios en ruinas. La ausencia casi total de transporte público alimentaba atascos monstruosos. La multiplicación de los puestos de control se sumaba a la atmósfera opresiva. Se tarda unos días en dejar atrás esta impresión. La disponibilidad y amabilidad de los iraquíes hacia los extranjeros ayudará poco a poco a descubrir otra Bagdad. La que se reconstruye, cura sus heridas y reabre sus museos. ¡Ah, el magnífico Museo Nacional de Irak! Por supuesto, tan pronto como los ricos bagdadíes se aseguraron de que la situación se estabilizaba, las primeras inversiones se orientaron a cafeterías, centros comerciales y salones de belleza. Actividades con un retorno económico más seguro que las actividades de interés público.

Pero, desde hace seis meses se viene sintiendo un temblor, como el de una máquina que se vuelve a poner en marcha. Se están quitando puestos de control y el Ayuntamiento está restaurando parques y rehaciendo caminos. Ver cómo su ciudad recobra el color provoca en los habitantes muchas emociones: «¡Se mueve!».

Hace una semana, me topé con la inauguración de un parque bastante popular. Está muy bien rediseñado. Entre los funcionarios había un joven de unos 30 años que, obviamente, me vio como extranjero. Se me acercó para compartir su alegría y para que fuera testigo de esta restauración. Tenía lágrimas en los ojos. Su ciudad renacía.