Así plantea el Día del Seminario un obispo que lo tiene vacío
Fernando Prado, obispo de San Sebastián, comparte en una carta pastoral su esperanza de que aunque tengan un seminario vacío, los futuros seminaristas «ya existen» y pide que se creen en todas las realidades eclesiales grupos para pedir por las vocaciones
San Sebastián tiene un seminario vacío. En él no hay ningún joven preparándose para el sacerdocio. Sin embargo, «quienes piensan que no tenemos seminaristas están muy equivocados», asegura su obispo, Fernando Prado. En su carta con motivo del Día del Seminario, que las diócesis vascas celebran el 8 de diciembre, asegura que esos seminaristas «ya existen, con rostros concretos. Están en el corazón de Dios. No los conocemos todavía, pero Dios sí».
Del mismo modo, «yo también los llevo en mi corazón y los espero con paciencia serena y con una confianza inquebrantable», afirma Prado. De hecho, confiesa que con frecuencia acude a la catedral a rezar así ante la imagen de su titular, el Buen Pastor: «En tu corazón ya están nuestros seminaristas y sacerdotes del mañana: cuídalos, fortalécelos, prepara su “sí”».
En un momento en que las vocaciones al sacerdocio parecen vivir un cierto repunte en nuestro país, el prelado asegura que «con paciencia, con asombro y con una alegría inmensa iremos contemplando su poder, contemplando sus gestos de amor, contemplando cómo enciende ese “sí” en algunos jóvenes que, misteriosamente, ya está preparando». Porque «Él es el más interesado en encontrar obreros para su mies».

Prado recuerda que «el silencio de Dios —como el de Nazaret— es muchas veces preludio de algo grande». Pero a la vez remacha que «el invierno vocacional que atravesamos es una llamada a la conversión pastoral y a un nuevo empeño creativo».
«Preparar el terreno»
De cara a cómo vivir este momento de seminario vacío como diócesis, el obispo de San Sebastián subraya en su carta pastoral que la vocación «florece cuando encuentra un entorno familiar y comunitario adecuado», con «comunidades vivas, creyentes, capaces de mostrar con hechos que seguir a Cristo merece la pena». Pide «preparar el terreno y fomentar en nuestra diócesis una “cultura vocacional”», que «no es otra cosa que crear un ambiente propicio para que la vocación sea comprendida como una llamada» a todos para descubrir «para quién soy». «Sería un gravísimo error», añade, plantearla «desde la angustia o la ansiedad».
En esta línea, matiza que plantear la vocación sacerdotal «no consiste en “reclutar”, sino en despertar el deseo de Dios y suscitar preguntas». La vocación «no nacerá de estrategias, campañas o consignas, sino sobre todo del testimonio contagioso de sacerdotes, personas consagradas y fieles en todas las comunidades que respiran fe, alegría y fraternidad».
Aunque la diócesis ya creó una Delegación de Pastoral Juvenil-Vocacional, que «está trabajando con ilusión y con acierto», su existencia «no nos exime a ninguno en particular ni a nuestras comunidades de la responsabilidad de fomentar las vocaciones».
Convencido de que «todo comienza por la oración», para reabrir ese seminario vacío, Fernando Prado quiere promover en la diócesis, «en todas las casas y familias, en todas las parroquias y rincones de nuestro territorio, un movimiento serio y constante de oración por las vocaciones que nos implique a todos». Por ello, pide que se formen grupos que recen por ello periódicamente, y a los que además congregará una vez al año para «un encuentro oracional y festivo».

«También a partir de enero, yo mismo convocaré especialmente» a los sacerdotes, a los jóvenes y a toda la comunidad a rezar por ello cada dos meses en la catedral. En este templo, asimismo, «encenderemos una llama perpetua y dedicaremos un rincón especial en ella para orar por las vocaciones».
«La Iglesia no te quiere perfecto»
A esos jóvenes que quizá se están planteando su vocación, Prado quiere animarlos asegurándoles que «la Iglesia no te quiere perfecto, y mucho menos que creas que lo eres más que los demás». «Quiere que seas normal», con la madurez que se espera a su edad, «ni más ni menos». Eso sí, «profundamente enamorado de Jesucristo y de su Iglesia» y deseoso de seguirle y vivir como Él; con seguridad y la «intención profunda de que este es tu camino» aunque no lo tengas todavía todo claro.
El obispo les pide «el firme deseo de perseverar» y que no vengan «con la casa desordenada, o huyendo de cosas serias». El seminario y la vida sacerdotal «no son nunca un refugio».
Prado le advierte de que «el camino no será fácil». Las opciones «para siempre» hoy «contrastan con el ambiente» y la imagen de los sacerdotes está «muchas veces distorsionada». Incluso familias creyentes pueden no contemplar esta opción para sus hijos, reconoce. Pero anima a los jóvenes a ser valientes y les recuerda que «el que te llama no quiere otra cosa para ti que tu felicidad».