Armenia, los rohinyá, Haití y el don de la vida, presentes en el mensaje pascual del Papa
Ha pedido el intercambio de rehenes entre Rusia y Ucrania y ha hecho un llamamiento para que se garantice el acceso a la ayuda humanitaria en Gaza
En el día en que Cristo ha resucitado, el Papa Francisco, en su mensaje urbi et orbi desde la logia central de la basílica de San Pedro, ha recordado las pesadas piedras que cierran las esperanzas de la humanidad, como aquella gran piedra cerró el sepulcro. Son las piedras de las guerras, como las de Israel, Palestina, Ucrania y Siria; las de las crisis humanitarias, como la Haití y la del pueblo rohinyá en Myanmar; las de las violaciones de los derechos humanos y de la trata de seres humanos. Pero, ha constatado el Pontífice, hay esperanza: «El Resucitado es capaz de hacer rodar las piedras que cierran el camino a la vida», que «cerramos continuamente con las guerras que campan a sus anchas por el mundo».
Con la mirada puesta en las comunidades cristianas de Tierra Santa, el pensamiento del Papa se ha dirigido a las víctimas de los numerosos conflictos del mundo —especialmente a los niños, «cuánto sufrimiento vemos en sus ojos», ha constatado— y ha pedido que Cristo Resucitado abra un camino de paz a las poblaciones atormentadas de Israel y Palestina y también de Ucrania.
De acuerdo con el derecho internacional, según recoge Vatican News, Francisco ha pedido un intercambio general «todos por todos» de prisioneros entre Rusia y Ucrania y ha hecho un nuevo llamamiento para que «se garantice el acceso a la ayuda humanitaria en Gaza, instando a una pronta liberación de los rehenes secuestrados el 7 de octubre y a un alto el fuego inmediato en la Franja». El Papa ha reiterado uno de sus mensajes más repetidos durante su pontificado: «Que no se ceda a la lógica de las armas y del rearme. La paz no se construye nunca con las armas, sino tendiendo la mano y abriendo el corazón».
No nos olvidemos de los lugares en dificultad
A continuación, en su mensaje de la ciudad al mundo Francisco ha pedido que no se olviden los numerosos lugares del mundo en dificultad, empezando por Siria, «que sufre desde hace 13 años las consecuencias de una guerra larga y devastadora». Y ha recordado a tantísima gente que espera respuestas, también por parte de la comunidad internacional. «Mi mirada se dirige hoy de modo especial al Líbano, afectado desde hace tiempo por un bloqueo institucional y por una profunda crisis económica y social, agravados ahora por las hostilidades en la frontera con Israel».
Asimismo, ha alentado «las conversaciones entre Armenia y Azerbaiyán para que, con el apoyo de la Comunidad internacional, puedan proseguir el diálogo, ayudar a las personas desplazadas, respetar los lugares de culto de las diversas confesiones religiosas y llegar cuanto antes a un acuerdo de paz definitivo».
El pensamiento del Papa se ha dirigido también a los Balcanes Occidentales, donde se están dando pasos significativos hacia la integración europea: «Que las diferencias étnicas, culturales y confesionales no sean causa de división, sino fuente de riqueza para toda Europa y para el mundo entero».
Oración por las víctimas del terrorismo
Francisco ha pedido que Cristo resucitado abra un camino de esperanza para quienes «padecen los efectos de la inseguridad alimentaria y del cambio climático» y traiga consuelo a las víctimas de todas las formas de terrorismo. «Recemos por los que han perdido la vida e imploremos el arrepentimiento y la conversión de los autores de estos crímenes».
En este momento ha nombrado concretamente Haití, y ha pedido que «cese cuanto antes la violencia que lacera y ensangrienta el país y pueda progresar en el camino de la democracia y la fraternidad». Lo mismo ha hecho con el pueblo rohinyá: que el Señor «abra el camino de la reconciliación en Myanmar, desgarrado desde hace años por conflictos internos, para que se abandone definitivamente toda lógica de violencia».
Que se abran caminos de paz también en Sudán, en el Sahel, en el Cuerno de África, en la República Democrática del Congo y en la provincia de Cabo Delgado en Mozambique. Que la luz de Cristo, ha deseado el Pontífice, ilumine a los migrantes y a quienes atraviesan un período de dificultades económicas, guiando a todos los hombres de buena voluntad a la solidaridad para ayudar a las familias en la búsqueda de una vida mejor y de la felicidad.
El desprecio hacia el don de la vida
Este día pascual celebramos la vida que nos ha dado la Resurrección del Hijo y su amor por cada uno de nosotros. Un don, la vida, que, sin embargo, «tantas veces es despreciado por el hombre».
«¿Cuántos niños ni siquiera pueden ver la luz? ¿Cuántos mueren de hambre o carecen de cuidados esenciales o son víctimas de abusos y violencia? ¿Cuántas vidas se compran y se venden por el creciente comercio de seres humanos?».
Por último, el Pontífice ha exhortado a «quienes tienen responsabilidades políticas» a no escatimar esfuerzos en la lucha contra la trata de seres humanos y se trabaje sin descanso «para desmantelar sus redes de explotación y llevar la libertad a quienes son sus víctimas».