Hace ya varios años que venía escuchando entre los jóvenes preguntas sobre las monjas que viven en clausura, pensando que aquella vida era un tiempo perdido. Recuerdo que uno me decía: «Padre Fernando, ¿qué pintan unas mujeres encerradas sin hacer nada? Podrían estar en las misiones, en residencias con personas mayores, o ayudando en las parroquias y serían más eficaces».
Aquella pregunta me hizo caer en la cuenta de la mentalidad que pueden tener nuestros jóvenes y su poco aprecio y conocimiento sobre esta vida dedicada a la oración y a la contemplación. Fue en ese momento cuando pensé que deberíamos hacer algo desde Pastoral Universitaria, crear una actividad para que los jóvenes conociesen la vida contemplativa y descubrieran que aquellas mujeres no están encerradas sin hacer nada. Al contrario, son muy libres y hacen demasiadas cosas para mejorar el mundo, como lo hizo santa Teresita de Lisieux, patrona de las misiones, que sin salir de su convento dedicó toda su vida a los misioneros. Así, cada curso elegimos a doce jóvenes, chicos y chicas universitarios, que quieran saber más de la vida contemplativa, y un jueves al mes nos vamos a algún monasterio con el objetivo de conocer a las religiosas. Solemos celebrar con ellas la Eucaristía en su capilla y luego nos invitan a comer para saborear también su comida. Después de comer, en un rato de recreación, las hermanas nos cuentan su vida, sus testimonios vocacionales y la historia del convento y de la fundación. También los jóvenes hablan de su vida, de su proyecto en la Pastoral Universitaria, de su vida espiritual… Los jóvenes descubren la vida contemplativa y las religiosas la vida de los jóvenes.
Es una actividad que ha abierto muchas mentes. Nuestros jóvenes ya no piensan que aquellas mujeres están encerradas sin hacer nada. Al contrario, salen enamorados de la vida contemplativa, sabiendo que es el motor de la Iglesia. Ellas son las que día y noche rezan por el mundo entero. Trabajan para ganarse el pan y no están encerradas, sino que son libres desde el amor en sus monasterios. A partir de esos cenáculos, en muchos momentos los jóvenes de forma particular las visitan para pedir oraciones y por sus exámenes o por los problemas familiares y enfermedades.