«Ante cualquier indicio de trata de ucranianos, que nos llamen»

Proyecto Esperanza: «Ante cualquier indicio de trata de ucranianos, que nos llamen»

Proyecto Esperanza celebra que se haya tomado conciencia sobre el riesgo de trata que supone la guerra de Ucrania. Ya han evitado tres casos

María Martínez López
Atención a mujeres ucranianas en el CREADE de Alicante. Foto: Juan Carlos Soler.

La trata de personas «es un fenómeno cambiante», asegura Marta González Manchón, coordinadora de Sensibilización e Incidencia Política de Proyecto Esperanza Adoratrices. En los últimos meses, el mayor esfuerzo de adaptación de esta entidad y el resto de las que combaten este delito ha sido para abordar el incremento del riesgo de trata por la guerra en Ucrania. En Proyecto Esperanza, en concreto, «hemos ampliado las plazas de acogida» y cuentan con voluntarias que hablan ucraniano y ruso.

Una de las prioridades es la detección. Para facilitarla, junto con Diakonía y APRAMP han formado a los trabajadores del Centro de Recepción, Atención y Derivación (CREADE) de Madrid. Allí, y en cualquier otro ámbito donde puedan concentrarse los refugiados, están distribuyendo además información sobre los indicadores de riesgo a los que deben estar atentos: que tras recibir ayuda les digan que tienen una deuda, que les pidan su documentación, promesas de trabajo o alojamiento sin información, interés desmedido por los niños…

«La crisis dificulta la inserción laboral de las supervivientes»
Marta González
Adoratrices

Quieren llegar tanto a «personas que pueden estar viniendo engañadas» desde Ucrania o los países fronterizos, como a las que «recibieron una primera ayuda» por parte de españoles y «no era altruista», o bien «ya no pueden continuar ayudándolas», lo que las hace vulnerables. «La principal consigna es que, ante cualquier indicio, nos llamen». Proyecto Esperanza ya ha intervenido en tres casos, dos de ellos derivados desde el CREADE. Gracias a la intervención «preventiva, ágil y urgente, se ha podido evitar» la explotación, aplaude la responsable de Sensibilización.

Asimismo, celebra que «ha habido una reacción de alerta y preocupación» a todos los niveles ante el incremento del riesgo de trata por este conflicto. En nuestro país, se ha concretado en la admisión a trámite en el Congreso de una modificación del artículo 177 bis del Código Penal. De aprobarse, durante 18 meses añadirá a los agravantes del delito de trata el que la situación de la víctima haya estado «originada o agravada» por la guerra en Ucrania. González Manchón considera «importante e interesante» reconocer como especialmente vulnerables a la trata a «personas que han huido de un conflicto» o son refugiadas por otro motivo. Eso sí, «no compartimos que se aplique solo a las de Ucrania» y durante un tiempo limitado.

Una ley de verdad integral

A través de la Red Española contra la Trata, Proyecto Esperanza participa en la mesa de trabajo del Plan Estratégico Nacional contra la Trata y la Explotación de Seres Humanos, puesto en marcha a finales de 2021. «Es muy ambicioso» y su contenido «es muy importante» respecto a la prevención, la asistencia y recuperación de las víctimas, la persecución del delito, la cooperación y la mejora del conocimiento. Pero «nos preocupa que haya poco tiempo para implementarlo», solo hasta 2023.

«Las ONG nos ayudan al alojar y dar seguimiento a las víctimas»
T. Santamaría
Policía

Estos ámbitos de acción son los que debería incluir la ley integral contra la trata, que «llevamos reivindicando diez años», recuerda González Manchón. En su opinión, debería «abordar todas las finalidades» de la trata (sexual, laboral, matrimonio forzado o actividades delictivas) y «garantizar protección a todas las víctimas», aunque con «un enfoque de género y de infancia». Por eso, les parece «confusa y poco clara» la actuación del Gobierno, en cuyo seno se está trabajando en dos anteproyectos distintos, uno del Ministerio de Igualdad y otro que prepara el de Justicia.

Al mismo tiempo, Proyecto Esperanza Adoratrices sigue trabajando para hacer frente a otros retos, como el desplazamiento de la trata con fin de prostitución desde la calle «a espacios más privados» en los que es más difícil intervenir. Para llegar a estas víctimas han adaptado su web, están presentes en redes sociales y han abierto al contacto por WhatsApp su teléfono 24 horas (607 542 515). Tampoco pierden oportunidad de darse a conocer en todos los ámbitos posibles, como por ejemplo a las asociaciones de mujeres migrantes.

«Trabajamos con seres humanos, no con un fardo de cocaína»

Marta González Machón participó el miércoles en el Foro de Encuentros Interdisciplinares (FdEI) que organizó la Fundación Pablo VI sobre el tema Tras la trata. La vida puede más. En el acto coincidió con Tomás Santamaría, inspector de Policía e interlocutor social para la Trata de Seres Humanos, con quien colabora desde hace más de dos décadas.

El inspector explica a Alfa y Omega que ante un problema «trasversal» como este, la forma de abordarlo también debe serlo. «Las entidades y la Policía debemos remar todos a una». En este sentido, reconoce que «las ONG nos han sacado de muchos atolladeros». Por ejemplo, cuando «te encontrabas con una chica de Rumanía a las cuatro de la madrugada en la Casa de Campo», y había que buscarle un lugar donde dormir. También para ofrecer a las víctimas «un seguimiento que nosotros no podemos» darles.

Subraya asimismo que en los últimos tiempos han detectado un incremento de la trata «para obligar a la comisión de delitos» como robos o tráfico de drogas. Además, les preocupa cómo el traslado de la trata con fines de explotación sexual a domicilios privados implica que «se prostituyen más menores de edad», y que les resulte más difícil investigarlo. Lo mismo ocurre, por cierto, en el caso de la trata para explotación laboral como servicio doméstico interno. Volviendo al caso de la prostitución, «la mayor parte de la carga probatoria» para que un juez les autorice a registrar un domicilio «reside en la declaración de la víctima». Y, en un círculo vicioso, no pueden conseguirla, en la mayoría de los casos, sin entrar en él.

En cualquier caso, matiza que conseguir este testimonio no es la prioridad para ellos. Con el tiempo «nos hemos convertido en una unidad un poco más social: intentamos primero salvaguardar a la víctima, su libertad y dignidad. Y luego ella es libre de denunciar o no». Ante un crimen tan singular, «en el que no trabajamos con un fardo de cocaína sino con seres humanos», hay que mirar más allá de «perseguir el delito», para ver «qué necesidades tiene esa persona».

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