Américo Aguiar: «La JMJ cambia la vida de los hombres»
A pocos días para la Jornada Mundial de la Juventud en Portugal hablamos con el recién elegido cardenal y presidente de la Fundación JMJ Lisboa 2023
¿Qué tiene de especial una JMJ? ¿Porqué suele cambiar la vida de generaciones de jóvenes?
Desde la primera invitación que san Juan Pablo II hizo en los años 80, de jornada en jornada se va creando la Generación JMJ: de Compostela, de Madrid, de París, de Toronto, de Colonia y tantas y tantas que siguen siendo siempre generaciones nuevas. La designación es siempre nueva y los destinatarios son siempre nuevos. Los Papas tienen la gracia que Dios les da para ofrecer un contenido muy especial, muy del corazón de Dios. Por ejemplo, como ahora cuando el Papa Francisco nos invita a reflexionar sobre Nuestra Señora de la Visitación. Cada jornada es única, especial y marca el corazón de una nueva generación de jóvenes. La jornada de Lisboa va a tocar el corazón de todos los que van a participar en ella.
Sin entrar en cuestiones de edad… ¿A usted le marcó alguna JMJ?
[Se ríe] Yo soy un anciano que voy a completar 50 años. Nací un 12 de diciembre. Soy guadalupano. Como anciano-joven he participado en Sidney, en Cracovia y en Panamá. Siempre que regresamos de una jornada sentimos una fuerza nueva: la voluntad de querer cambiar el mundo. Algunos lo hacen cambiando su propia vida. Hay muchos jóvenes que han tomado decisiones de su vocación o de su matrimonio en el contexto de la Jornada Mundial de la Juventud en la que han participado. Muchos se han enamorado: algunos de Dios y otros de su esposo o esposa. La jornada cambia la vida de los hombres.
No es mayor. De hecho tras su nombramiento como cardenal será el segundo cardenal más joven. Enhorabuena. ¿Llevará la voz de los jóvenes al colegio cardenalicio? ¿Es un privilegio o una responsabilidad?
Muchas gracias. Es una responsabilidad, totalmente. Los jóvenes son soñadores, son luchadores y poetas. Hay que hacer lío… ¡Adelante! ¡Cristo Vive!
Cada JMJ tiene su imagen. Benedicto XVI frente a la multitud en Colonia o en barco en Sidney, la tempestad con la Custodia de Arfe en Madrid… El Papa Francisco en Copacabana, por ejemplo. ¿Cuál puede ser la imagen de la JMJ de Lisboa? ¿Cuál será el momento central?
Tengo la idea de que puede ser la Misa de envío en el Parque Tajo. Porque es una escenografía, una imagen espectacular. Tienes el río, tienes el puente Vasco da Gama, tienes un espacio nuevo y va a ser un lugar lleno de miles de jóvenes de todo el mundo. Creo que será un evento que va a marcarnos. No queremos la tormenta de Cuatro Vientos… ¡No, no, no! [sonríe]. En el Parque Tajo hay un contexto visual muy fuerte.
No nos olvidamos de Fátima, que siempre es especial. ¿Su mensaje sigue siendo atractivo para los jóvenes?
Y cada vez más. El sufrimiento y la guerra, por desgracia, son siempre actuales. Los pastorcillos y el mensaje de la Virgen nos interpelan a todos. La Madre del cielo todos los días nos toca con ese mensaje de Fátima de oración, de conversión de los pecadores y de paz en el mundo.
¿Algún consejo que no olvidar en la mochila para los jóvenes que están a punto de salir para Lisboa?
El Papa nos pide a todos que no olvidemos a los abuelos. Pensarán… ¿y qué tiene que ver? Francisco ha dicho que recomendaba, invitaba, pedía que en la preparación se hagan una foto con sus abuelos, que les llamen por teléfono, que les hablen y si están en el cielo, que les recen. La belleza de un árbol, de una flor solo es posible porque hay raíces. Nuestras raíces son nuestros abuelos. Pido a todos los jóvenes de España que no olviden a sus abuelos para la jornada de Lisboa. Que los traigan en sus corazones para que sus abuelos también participen.
A pocos días del comienzo, ¿cómo se prepara para estos días intensos el presidente de la Fundación JMJ Lisboa 2023?
Todos los días tengo la confianza total en que la providencia de Dios va a hacerlo todo. Hace muchos meses ya que me he convencido —yo, y muchos de nosotros—, de que esto no es posible hacerlo para los humanos. Cada uno de nosotros da un poquito y Dios, con lo poco de cada uno, hace lo que tiene que hacer. Cuantos más días van pasando, más vamos confiando. Nos da mucha serenidad. Lo que tenemos que hacer lo hacemos y Dios completará lo que falte.