Alberto Alonso: «La eutanasia no es parte de los cuidados paliativos»
«Lo rápido que se está tramitando la ley de eutanasia contrasta con el ínfimo desarrollo» de los cuidados paliativos, denuncia el jefe esta especialidad en La Paz
El 14 de octubre se celebra el Día Mundial de los Cuidados Paliativos. ¿Cómo se han abordado estos meses de pandemia desde su unidad, en un gran hospital?
En La Paz la situación ha sido peculiar. Aunque siempre parte del equipo siguió atendiendo a los enfermos que no tenían COVID-19, cuando la realidad empezó a empeorar y hacían falta todas las camas para los pacientes que sí tenían coronavirus, nuestro equipo siguió haciéndose cargo de los que estaaban ingresados en nuestra planta. Se tendía a que fueran los que estaban en peores condiciones y no eran candidatos a la UCI, por ejemplo por tener enfermedades previas. Todas las mañanas nos reuníamos los responsables de todas las plantas y veíamos qué problemas éticos se estaban dando.
El Comité de Ética Asistencial y la Unidad de Paliativos sacamos juntos un documento con los requisitos para ingresar en la UCI, y qué se debía hacer y qué no. Preparamos además una guía para atender a los pacientes al final de la vida, que permitía acudir al hospital a sus familiares y ofrecía atención psicológica. Tenemos que ser capaces de equilibrar el riesgo epidemiológico y el riesgo existencial que supone que una persona muera sola. Nuestros protocolos han servido de base para los de otros hospitales.
¿Qué supone para un paciente el recibir cuidados paliativos?
Esta especialidad trata de mejorar la calidad de vida en pacientes con enfermedades progresivas y avanzadas. No tratamos solo a los que se están muriendo, sino que estamos intentando llegar a estados más precoces de las dolencias. Por ejemplo, en las renales, cuando no entran en diálisis; o en los cánceres cuando falla la primera línea de quimioterapia (aunque se vaya a dar otra).
Estamos diseñando cursos de acción para entrar ahí y y mejorar su trayectoria tratando los síntomas (también los psíquicos), trabajando el entorno social y construyendo una historia con el paciente, de forma que participe en la toma de decisiones para el final de su vida. El momento de empezar paliativos es traumático. Les decimos que vamos a seguir esperando lo mejor, pero que tenemos que irnos preparando para lo peor. No somos médicos para que mueran bien, sino para que vivan bien hasta que mueran. Y mueren bien. Cuando los residentes pasan por nuestra unidad, descubren que nuestra especialidad es la más agradecida.
Sin embargo, la implantación de los paliativos en España es insuficiente. ¿A qué obstáculos se enfrentan?
El administrativo, en dos vertientes. Seguimos siendo el único país de Europa occidental que no tiene regulada esta especialidad, lo que supone muchos problemas legales que se tratan de solventar con parches. Por otra parte, las plazas de paliativos son escasas y están poco desarrolladas. En Madrid ha habido una preocupación específica y se ha aumentado mucho y bien, pero aun así hay grados de desarrollo muy diferentes entre áreas sanitarias. Lo mismo pasa entre comunidades autónomas, en algunas la situación es francamente penosa.
En la legislatura pasada se tramitó una ley de final de la vida que impulsaba los paliativos. Su futuro se vinculó al de la ley de eutanasia, y finalmente no llegó a buen puerto.
Miramos con perplejidad que nos ligaran a una ley de eutanasia. Ni siquiera se trata de oponerse a ella o estar a favor: es una decisión social y política para que determinados pacientes puedan acabar con su vida. No podemos estar de acuerdo en que la eutanasia es parte de los cuidados paliativos, y nos preocupa profundamente que se confundan. No somos quienes nos tenemos que encargar de ella. Y lo rápido que se está tramitando contrasta con el ínfimo desarrollo de los paliativos.
Se va tomando conciencia de que estos cuidados no son solo para el cáncer terminal. Pero, ¿podrían aplicarse en enfermedades degenerativas, que se presentan como otras grandes candidatas a la eutanasia?
En nuestro servicio una persona pasa consulta con pacientes de ELA, una enfermedad donde nuestra presencia es esencial y que requiere una atención continuada. Antendemos a enfermos de la Comunidad de Madrid y de fuera. También estamos elaborando programas para entrar en el ámbito de las demencias. Ahí nuestra atención será más esporádica, en momentos específicos.
Creo que se piensa en la eutanasia porque a veces confundimos las cosas. Es verdad que son enfermedades que suponen un peso brutal para el paciente y la familia. Pero precisamente por eso tenemos que poner más medios. ¿No estamos comprometidos como sociedad en mejorar la calidad de vida? Por favor, antes de hablar de otras cosas, pongamos recursos sociales que faciliten la vida a estas personas. Nos llegan algunas a las que se les niega una ayuda domiciliaria que precisan durante muchas horas. Es caro, sí, pero lo necesitamos más que el AVE.
Médicos, enfermeros y auxiliares, un psicólogo y un trabajador social, forman el equipo del doctor Alonso. Atienden una zona amplia de consultas y 13 camas, además de asesorar a otros servicios. También se coordinan con centros de media estancia y equipos de soporte domiciliario. «Estoy muy orgulloso porque es una entidad puntera que facilita la investigación y la difusión del conocimiento», asegura Alonso.