«Diría a los políticos que, antes de legislar, den un paseo por paliativos» - Alfa y Omega

«Diría a los políticos que, antes de legislar, den un paseo por paliativos»

Aunque esté pasando por la última etapa de su vida en un hospital de cuidados paliativos, la miras a los ojos y te das cuenta de que hace honor a su nombre: Felicidad. Con una sonrisa llena de paz, sus ojos son inteligentes, divertidos y bondadosos. Siempre rodeada de sobrinos y familiares que la acompañan, asegura que «lo importante es dejar huella en la vida. No porque seas grande o importante: el sentido de la vida es amar a los demás. Y no se quiere solo con grandes gestos, sino con una sonrisa, con un detalle amable. Puedes pintar mucho, aunque estés enfermo y limitado como yo»

Ana María Pérez Galán
Foto: Ana Pérez

Felicidad, ¿cómo fue su infancia?
Con 6 años me fui a vivir a un pueblo de Palencia con un tío y con mi hermana. Así se hacían las cosas antes. Cuando tenía 15, mi tío falleció y mi hermana se casó, así que me fui con ella y cuidé de mis sobrinos hasta que se hicieron mayores. Ahora tengo cinco sobrinos y cuatro resobrinos que me acompañan mucho en este momento en el que me encuentro enferma. Alejandro por ejemplo, es arquitecto y vive en Francia. Ha venido desde París solo para verme y estar conmigo.

¿Le ha acompañado el sufrimiento durante su vida?
En todas las vidas hay un poco de sufrimiento. Alegrías y penas, dolor y felicidad… son parte del ciclo de la vida y todo, al final, encuentra sentido. Incluso estar enfermo puede tener sentido si tú se lo das…

Hablando de enfermedad, ¿qué sintió usted cuando le dijeron que tenía una enfermedad que no se iba a curar?
Cuando me dijeron que tenía cáncer y que no se podía operar, la verdad es que me lo tomé con paz. La gente se sorprendió por ello. Pero yo pienso que nadie está aquí para siempre, todos estamos de paso. Igual mueren los reyes que los que no son reyes, y por eso lo importante es vivir bien. Vivir una vida plena y lograda.

¿No siente miedo ante la cercanía de la muerte?
No lo pienso. No hay que pensar en tener miedo, sino en prepararse. La muerte es un paso que tenemos que dar, y yo no tengo dudas de que después de esta vida hay otra, y eso me llena de esperanza.

¿Qué piensa que necesitan las personas en su situación? ¿Qué diría a los políticos?
A los políticos les diría que lo que necesitamos son leyes que ayuden al enfermo, no leyes que le digan que aquí estorba porque necesita muchos cuidados o porque es mayor y tiene muchos años. El sistema público no puede ignorarme porque yo no me pueda curar.

A veces yo he sentido abandono, pensaban que como estaba mayor y tenía una enfermedad terminal, no había nada que hacer, y no me he sentido bien tratada en ocasiones. Cuando llegué aquí descubrí todo lo que la medicina y el calor humano pueden hacer por un enfermo. Por eso diría a los políticos que se den un paseo por paliativos, para que valoren el trabajo de estas personas y vean lo que realmente necesitamos los enfermos, que son más unidades como esta.

Me he dado cuenta de que la gente que quiere morirse es porque está sola, con dolor, abandonada, y así pierde el sentido de la vida, porque cree que no puede hacer nada, que ya no sirve para nada. No se dan cuenta de que toda vida, por pequeña e insignificante que sea, es importante. Yo soy útil con mi sonrisa, poniendo buena cara; queriendo a los demás puedes pintar mucho.

¿Cree que es mejor saber que uno se muere, o no saberlo para no tener miedo?
Para mí es mejor saberlo. Yo ahora vivo al día, y hay cosas que valoro mucho más. Antes no me daba cuenta de lo maravilloso que es poder moverme, andar… Ahora que no puedo, me parece muy importante lo que antes me parecía tan normal, y… ¡es un milagro ir de un lugar a otro cuando quieres! He perdido estabilidad y fuerza, pero eso me ha ayudado a darme cuenta de que somos limitados y de lo importante que es dejarse ayudar por los que quieres. Dejarse cuidar.

¿Qué legado querría dejar para sus familiares, Felicidad?
Querría que fueran felices y buenos. Y decirles que es importante transmitir lo que han vivido a otros, compartir lo que son.