Al cielo se llega en equipo - Alfa y Omega

Hace unos días participé en un concierto de música religiosa en el WiZink center de Madrid, donde nos juntamos 17.000 jóvenes disfrutando mucho de ser cristianos, de formar parte de la Iglesia, de creer en el mismo Jesucristo. Entre el bullicio de los jóvenes que estaban en la pista había varios carteles con frases de canciones. Una me gustó mucho y me reafirmo en lo que siempre digo a los jóvenes. Aquel cartel decía lo siguiente: «Al cielo se llega en equipo».

Muchas veces pensamos que se puede ser cristiano y vivir aisladamente en una parroquia; otras, que es posible serlo sin practicar ni vivir los sacramentos en una parroquia. También en muchas ocasiones podemos pensar que no hace falta participar en ningún grupo para vivir nuestra fe. Pero, queridos lectores, «al cielo se llega en equipo». Es difícil llegar viviendo una vida individual, sin participar en un grupo parroquial, en un movimiento, en un equipo de gente que camine y luche junta por la vida de la gracia y por nuestra santidad.

Hay otra frase que también me llama la atención. Está en el hall del Colegio Mayor Universitario San José de Cáceres: «Si quieres llegar pronto, camina solo; pero si quieres llegar lejos, camina en grupo». Qué importante es participar en un grupo, qué importante es compartir la vida en comunidad, con un grupo de amigos que juntos tenemos los mismos objetivos y que caminamos al mismo lugar, que juntos queremos llegar al cielo.

Cada vez hay más nuevos grupos en nuestras parroquias o en nuestras delegaciones, que congregan a jóvenes con un mismo carisma o con objetivos que los hacen perseverar en la fe y madurar con una formación más sólida. Jóvenes divertidos, simpáticos, atrevidos, que han descubierto que una noche de fiesta, un botellón o tardes enteras jugando a la Play Station no los hacen felices; y que en sus grupos cristianos han encontrado verdaderos amigos que están compartiendo la vida, nuevas aventuras, proyectos, viviendo su juventud de manera apasionada. Debemos participar y buscar algún grupo que nos ayude a encontrarnos con Dios, buscar dónde está nuestro sitio o, más bien, donde nos quiere Dios para vivir la santidad. Es difícil llegar al cielo a nuestra bola. Cuando descubrimos a Dios junto con un grupo de amigos-hermanos la vida se hace más fácil. No tengamos complejos y busquemos con qué equipo quiero llegar al cielo. Y adelante.