Acción, Desarrollo y Sostenibilidad: 15 años dando de beber a Etiopía
La ONG recibe uno de los Premios TELVA de Solidaridad 2022 por sus proyectos para mejorar la seguridad sanitaria y alimentaria de los etíopes
Santa Rita hizo el milagro. El mismo día que la Iglesia celebraba a esta agustina, santa universal, mediadora en las causas perdidas y desesperadas, en Etiopía brotaba agua pura de un pozo recién perforado gracias a los donativos del colegio Los Olivos (Málaga), de los padres agustinos. 18.091 euros que habían conseguido en la Semana Solidaria, celebrada el pasado mes de febrero, y que fueron donados a Acción, Desarrollo y Sostenibilidad (ADS). Es el pozo número 115 que la ONG abre en el país africano; si se tiene en cuenta que cada uno abastece de agua a entre 80 y 100 familias, con una media de siete personas cada una, los datos de ADS se antojan reveladores.
En torno al agua giran todas las actuaciones de ADS sobre el terreno. La idea original de los fundadores de la entidad (que nació como Amigos de Silva y cambió el nombre en 2020, manteniendo las iniciales) fue reformar un centro de atención médica en la región de Afar, la más pobre del planeta. Paco Moreno y Jordi Serra, presidente y vicepresidente, habían estado yendo dos años como voluntarios con las sister (hermanas de la Madre Teresa) y decidieron embarcarse en un proyecto que les llevó a transformar un simple centro de salud en un hospital. Era el año 2007.
Pronto se dieron cuenta de que más de la mitad de los ingresos se producían por diarreas originadas por el mal estado del agua. Etiopía, señalan desde la entidad, es un país muy rico en agua subterránea, pero solo el 57 % de la población tiene acceso a agua potable; las gentes beben de ríos, de charcas formadas por el agua de la lluvia o de pozos casi a nivel de suelo. Por eso, decidieron dar un paso atrás y atajar el problema de raíz: harían puntos de acceso al agua potable cerca de poblados para mejor la seguridad sanitaria. Y junto a ello, la alimentaria. Se calcula que en Etiopía viven 33 millones de personas con inseguridad alimentaria, mientras que 7,7 millones de menores de 5 años sufren desnutrición aguda.
Escolarización de las niñas
La atención en el agua los llevó a otra realidad. Etiopía, el segundo país más poblado de África, es uno de los tres del mundo (junto a Pakistán y Nigeria) en el que hay más de un millón de niñas sin escolarizar: a pesar de que en el país empiezan la escuela el 90 % de ellas, tan solo el 40 % acaba la etapa primaria. Son las mujeres las que se encargan del suministro de agua en sus casas, y por eso «las niñas se pasan el día acarreando bidones», explica Amalia Sánchez, miembro de la junta directiva de ADS.
Así pues, la ONG abrió una nueva vía de trabajo con proyectos de sensibilización para que las niñas vayan al colegio. Así nació una app para los más pequeños en la que una niña etíope, Kokebe, va mostrando a través de diferentes pantallas cómo es su día a día. Mediante un juego de preguntas con respuestas abiertas se pone en valor además la generosidad, la ayuda mutua, el respeto… «Tenemos que innovar –afirma Moreno–; la clave en las ONG es hacer cosas diferentes». Porque, afirma, siempre se pide pero también hay que ofrecer: «Nosotros ofrecemos una herramienta, como es Kokebe, y además talleres de sensibilización en los colegios; el primero que construyó un pozo fue Los Olmos, precisamente mi colegio».
El impacto de estas campañas, cuando duran más de un día y se involucra toda la comunidad educativa, los padres, los abuelos… «es brutal». «Todo esto crea sensibilidad en España», y además los niños, explica Moreno, son los más proactivos: se dan cuenta de la suerte que tienen con acceso al agua potable, «y encima ayudas a hacer un pozo».
Colaboración con otras entidades
Dotar de pozo a un poblado incluye trabajos de perforación, análisis del agua, instalación de la plataforma y de la bomba, vallado… Y elección del llamado comité del agua: un grupo de hombres y mujeres elegidos democráticamente de entre los habitantes del lugar para mantenerlo, gestionarlo y vigilar las posibles incidencias que puedan surgir. La ONG cuenta también con personas conocidas sobre terreno (por ejemplo, las misioneras de San Pablo Apóstol), que están también al tanto.
La perforación se hace al menos a 80 metros de profundidad. Generalmente, el agua tiene que ser tratada para entrar en los parámetros de potabilidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Uno de los problemas es que en determinadas zonas suele contener bastante flúor. Así es como ADS, en colaboración con el CSIC, lleva a cabo innovadores proyectos de eliminación de este mineral en el valle del Rift etíope o en la región de Oromia (financiado por la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo).
La colaboración con otras entidades que trabajan sobre terreno es clave, teniendo en cuenta que ADS crece cada vez más. El parón de la pandemia «nos ha venido bien para reorganizarnos internamente», reconoce el presidente; «hemos tenido un apoyo muy grande de voluntarios» y el crecimiento ha sido notable. En la actualidad, la ONG tiene a la vista la inauguración de una escuela reformada en Sagure, en la que este verano se llevará a cabo un summer camp con voluntarios. Atenderán a los cerca de 500 niños del colegio, a los que, entre otras cosas, se les «garantizará una comida al día». «Se trata de recuperar ese espíritu no tan técnico y profesional». Además, hay otras tres escuelas proyectadas a futuro.
ADS ha ido abordando las realidades que a cada paso que daba se iban poniendo de manifiesto: necesidad de hospitales, lo que les llevó a ver la relevancia del acceso al agua potable; esto desveló la alta tasa de niñas que no iban al colegio, y esto, a darse cuenta de la necesidad de escuelas dignas y decentes. Todo ello les ha valido uno de los Premios TELVA de Solidaridad 2022, que recogieron recientemente en Madrid. «Es un respaldo a todo el trabajo que hemos hecho, y sobre todo a la gente que está en la oficina, en ese trabajo oculto del día a día», se congratula Moreno, valorando así a los que están en la sede de Madrid, pero también en la de Addis Abeba, donde la mayoría son locales.
De todo, Paco Moreno se queda con la gratitud de los beneficiarios. «Son superagradecidos, y lo poco que tienen lo comparten». Los trabajos de perforación de un pozo suelen acabar con un gran festival en el poblado en el que se homenajea al personal de ADS, «matan una cabra, nos invitan a comer…». Y luego pasan cosas como que «una persona de 80 años, que nunca ha tenido agua antes en su vida, venga y te dé las gracias…». Eso es impagable. «Sí se pueden cambiar las cosas –concluye Moreno–, empezamos con un euro y ahora hoya hospitales, pozos, coles… Es difícil, pero se puede».