«A veces vemos la vocación como fuegos artificiales, pero tiene que ver más con la brisa» - Alfa y Omega

«A veces vemos la vocación como fuegos artificiales, pero tiene que ver más con la brisa»

Javier Prieto será ordenado sacerdote el 22 de febrero en Zamora. Se volcará en la zona rural y cree que «no hay nadie tan mayor que no puede hacer todavía algo»

Rodrigo Moreno Quicios
Javier Prieto será ordenado sacerdote el 22 de febrero
Javier Prieto será ordenado sacerdote el 22 de febrero. Foto: Diócesis de Zamora.

Se ordena en dos días como sacerdote. ¿Cómo los está viviendo?
Estos son días de preparación personal, de llevar el corazón dispuesto para recibir la ordenación. Son días de mucho agradecimiento porque hay mucha gente alrededor que se alegra por esto. Una ordenación no es una cosa para ti, hay muchos que quieren celebrar contigo, que les llama la atención y que les genera curiosidad.

No siempre hay ordenaciones en Zamora.
Es verdad, aquí en nuestra diócesis no tenemos ordenaciones todos los años y es un poco más llamativo. La última fue en julio de 2021, hace cuatro años. Vamos por bloques y depende de las generaciones. En 2019 hubo tres.

¿Dónde ejercerá su ministerio?
En septiembre ya me enviaron a Toro y los seis pueblos de alrededor. Me vine para aquí, ya los he conocido antes de ordenarme y formo parte del equipo. Toro es el tercer núcleo de población de la diócesis y, entre los pueblos de alrededor, hay alguno pequeñito como Villardondiego. Durante mi diaconado estuve en la zona de Alsite, en la frontera con Portugal, y eran muchos kilómetros con poquita gente.

¿Qué supone ser pastor en esta zona rural?
Es una realidad distinta porque la gente te recibe con mucho agradecimiento. Son conscientes del esfuerzo que supone. Tengo mucho cariño por esa etapa, el Señor conmigo siempre fue muy bueno. A los vecinos los he invitado a la ordenación, le he enviado una carta a cada comunidad. Les daba las gracias porque era el sitio donde he aprendido a ser cura.

¿Se predica de manera diferente en los pueblos?
Te exige hablar desde su situación a las personas a las que te diriges. He hecho a la vez los estudios de la tesina en Teología Dogmática y el diaconado en el mundo rural. Yo creo que puede hacerse el trasvase de un lugar al otro.

¿Y había alguna cuestión teológica complicada que les explicara?
En este año, el jubileo versa sobre el tema de la esperanza. En la mayor parte de los pueblos, la gente mayor ha tirado un poco la toalla. Echan en falta la época en la que eran más jóvenes y la iglesia estaba llena. Yo siempre les digo que no hay nadie tan mayor ni tan cansado que no pueda hacer todavía algo. Me ayudó mucho aceptar la vocación en una Iglesia real, no de papel ni un boceto de lo que tendría que ser, sino lo que somos. Eso es bueno y nos hace bien. Las masificaciones y los grandes números ya no son reales en nuestra Iglesia.

¿Y qué supone para los vecinos tener allí a un diácono?
Hay implicación con la gente y he participado en las fiestas locales. Hay que conocer lo que hacen y el propio ritmo de la vida. Ahora, en Toro, estoy más implicado en la pastoral de un colegio concertado, eso te permite enfrentarte a la realidad de las familias. Y a nivel pastoral, conocer las dificultades de 500 chavales.

¿Tiene alguna anécdota simpática de esas fiestas locales?
En el pueblo en que yo vivía, San Juan del Rebollar, había un tirasoga entre los vecinos de una parte y de la otra. La casa del cura estaba en la parte de arriba y ahí estuve yo, tirando con más vecinos.

¿Cómo se dio cuenta de que quería ser cura?
La vocación no me vino de repente sino que aprendí a reconocerla. El primer año, al entrar al seminario, lo que más me repetía era por qué había tardado tanto. Cuando uno discierne su vocación, se da cuenta de que el Señor le ha estado llamando muchas veces y de muchas maneras. No es una luz de pronto sino que empiezas a darte cuenta de lo que te ha ido diciendo. El Señor me ha ido llamando desde siempre. Yo de pequeño no me lo planteaba como una opción, hace falta que te ayuden a leerlo.

Dejó un buen trabajo como consultar financiero Madrid para ordenarse.
Cuando empiezas a situarte en la vida, te preguntas: ¿qué es lo que hace que vibre mi corazón? Es cuando estoy haciendo una iniciativa pastoral o en una cofradía en Zamora. O cuando vamos juntos a buscar cómo hacer para que la gente se acerque más a Dios. Me llena más el corazón que estar sentado con el ordenador. Y llega un momento en que te dices que hay que resolverlo.

Pero no era una huida.
No. Por ejemplo, cada vez que en el trabajo había un pico de tensión, en esas etapas suspendía la pregunta vocacional. No quería que fuese una manera de escapar.

¿Y cómo se lo tomaron los compañeros cuando les dijo que se metía a cura?
En eso he sido muy afortunado. Cuando le dije a mi jefe que lo dejaba, fue un proceso muy bonito. Estuvo en la ordenación diaconal y, si Dios quiere, estará en la ordenación sacerdotal en Zamora. Vendrá desde Madrid a acompañarme. A veces vemos la vocación como fuegos artificiales, pero sobre todo tiene que ver con el Espíritu, con el susurro y con la brisa.