A la búsqueda del padre - Alfa y Omega

Durante la Navidad de 1940, en un campo de prisioneros franceses, escribió Sartre una de las más hermosas obras de teatro navideñas. Su ateísmo enturbia los motivos que le llevaron a ello. Con todo, nos dejó una pista. El protagonista, Barioná, está decidido a extirpar toda esperanza matando al Niño Jesús; pero el rostro de san José le desarma: para poder estrangular esta vida «no tendría que haberla visto a través de la mirada de su padre… estoy vencido». Sartre no habría podido acabar con la Navidad aquel año por la esperanza que pudo leer en los rostros de los hombres en aquel stalag.

Quizá ese misma intuición propició la muerte al padre que instigó en el Mayo francés, causa de nuestra orfandad actual. En un mundo que rechaza la autoridad y la masculinidad de un supuesto patriarcado no queda ya espacio a la paternidad, ni espiritual ni carnal. Así, destruida la figura del padre, se desdibuja la de un Padre Divino, creador del sentido del mundo y fuente de la esperanza. Por eso el año de san José quizá sea una de las apuestas de mayor calado cultural del Papa. Su figura supera la deconstrucción cultural imperante, porque no hay en él motivos ideológicos en la configuración de su paternidad: toda ella nace de Dios.

Dos frutos resaltan por encima de los demás. El primero, San José. El eco del Padre (Encuentro 2021), de Mauro Lepori, abad general del Císter. En él se describe de manera deliciosa la paternidad espiritual de san José, con sus tensiones, límites y grandezas. Su silencio, obediencia y castidad, vividos en profundidad, llenan de contenido el celibato eclesial. José es padre espiritual de Jesús, porque llega a encarnar para él la figura del Padre celestial, al que sigue. El segundo, de Fabrice Hadjadj, Ser padre con san José (Rialp, 2021). Con su frescura habitual, apunta a la paternidad carnal del santo, nada descafeinada por la virginidad de María. José es verdadero padre carnal de Jesús porque su historia, sus heridas y su muerte, hicieron crecer en la carne al Hijo de Dios. Con él educa Fabrice a sus nueve hijos.

En el padre de familia Lepori ve al célibe. En el célibe Hadjadj ve al padre de familia. Ambas vocaciones están unidas en el santo y, así, se nutren la una a la otra en la Iglesia. En san José quizá podamos encontrar al padre que andamos buscando, en nuestra búsqueda del Padre.