El padre Hamel ya había sufrido un atentado en 1954: un tiroteo en el que murieron todos sus compañeros
El primer sacerdote muerto a manos de un islamista en suelo europeo en el siglo XXI ya sufrió un atentado cuando era seminarista durante la Guerra de Argelia, en 1954. Todos los ocupantes de su jeep y del que les seguía inmediatamente detrás murieron, mientras que él resultó ileso. «¿Por qué yo?», fue una pregunta que se hizo muchas veces a lo largo de su vida, durante muchos años
El sacerdote francés Jacques Hamel, muerto a manos de dos islamistas el 26 de julio de 2016, esquivó la muerte con anterioridad cuando con 23 años, siendo todavía seminarista, salió de Francia tras ser reclutado para participar en la guerra de Argelia, en 1954. Hamel sufrió entonces un atentado del que salió indemne. Mientras atravesaba el macizo de Biskra, el convoy en el que viajaba recibió una ráfaga de ametralladora: todos los ocupantes de su jeep y del que les seguía inmediatamente detrás murieron, mientras que él resultó ileso. «¿Por qué yo?», fue una pregunta que se hizo muchas veces a lo largo de su vida, durante muchos años.
Así lo desvela el periodista belga Jan de Volder en el libro Martyr. Vida y muerte del padre Jacques Hamel (Publicaciones claretianas). El sacerdote francés, que viviría después su ministerio muy implicado en desarrollar buenas relaciones con los musulmanes, quedó también muy impresionado cuando conoció la noticia del martirio de los monjes trapenses de Tibhirine, en 1996. «¿Por qué han querido suprimir todo el bien que hacían?», comentaba con sus familiares, mientras manifestaba su conmoción por el testamento espiritual del padre Christian, prior de la comunidad. La película De dioses y hombres, que narra el martirio de los religiosos, fue luego una de las preferidas del padre Jacques.
La parroquia en la que servía desde el año 2000 está enclavada en la zona de Rouen con más inmigrantes procedentes de Argelia y Marruecos. Detrás de la iglesia se encuentra la mezquita, para cuyo acceso la parroquia cedió en su día una parte de su terreno al precio simbólico de un franco, años antes de que se incorporara Hamel. La convivencia siempre fue normal, hasta el punto de que cada tres meses se organizaban en los salones parroquiales encuentros entre fieles de ambas religiones, a los que Hamel iba algunas veces.
«El Dios de los terroristas es un Dios que quiere la muerte, pero ese no es el Dios del islam. Estos jóvenes no saben lo que hacen», decía en los últimos años, cuando escuchaba noticias de algún atentado islamista. Pero poco antes de morir confesó a un amigo íntimo que tenía pesadillas en las que él resultaba agredido a la salida de la iglesia.
Días después de su martirio, durante su funeral en la catedral de Rouen, su hermana dio respuesta a la inquietud que había acompañado a Jacques durante años: por qué fue él el que salió ileso de aquel atentado en Argelia. «El Dios del amor y de la misericordia te ha elegido para estar al servicio de los demás, cultivar el amor, la apertura y la tolerancia entre los pueblos de todas las confesiones, creyentes y no creyentes, hasta tu último suspiro», dijo la hermana. Se despedía así de Jacques, el que en los funerales solía entonar un canto, que para él fue profético: «A las puertas de su mansión, nuestro Padre te espera, y los brazos de Dios se abrirán para ti».