La camiseta del Papa contra el trabajo esclavo
Numerosas iniciativas en todo el mundo proponen un modelo de industria de la moda diferente. Son firmas de comercio justo, cooperativas, empresas de inserción e incluso fábricas gestionadas por víctimas de accidentes. Alguna tiene el apoyo del Papa Francisco
En People Tree, una empresa pionera en moda ética y sostenible fundada por Safia Minney, se saltaron el omnipresente Black Friday de hace una semana. Eso sí, sus clientes no se quedaron sin descuentos, gracias a que esta compañía británica se sumó a una campaña de comercio justo bautizada como Just Friday (juego de palabras entre Solo es viernes y viernes justo) con el lema Compra con cabeza, compra con amor. Esta empresa, que ya tiene a sus espaldas una trayectoria de más de 25 años, ofrece, tal y como afirma, «una alternativa a la moda rápida, alimentada por la insaciable demanda de ropa y accesorios baratos». Su propuesta es la slow fashion, que lucha contra la explotación, la separación familiar, las ciudades suburbios y la contaminación.
También en Reino Unido encontramos la ya citada Fashion Revoluntion, un movimiento, además, con un gran impacto en redes sociales en todo el mundo. En España, además de la acción global de cada 24 de abril, aniversario del Rana Plaza, la organización está intentando tener un espacio en centros escolares para que los adolescentes jóvenes estén bien informados sobre esta cuestión y cómo su consumo tiene repercusiones en otros.
A miles de kilómetros de allí, en Bangladés, de la muerte del Rana Plaza nació Oporajeo, que significa invencible. Su objetivo es el de ofrecer oportunidades de trabajo para los supervivientes del desastre a través de la producción de bolsas de algodón y yute. Así la describe Jaume Sanllorente: «Situado en Savar, el local que acoge la fábrica está bien ventilado y bien iluminado, con ventiladores adecuados de escape industrial, extintor de incendios, instalación sanitaria, generador diésel de respaldo y suficiente espacio de trabajo por máquina». La principal característica es que la empresa es propiedad de los trabajadores. Así, el 50 % de las ganancias se distribuye entre ellos, mientras que la otra parte se utiliza para ayudar a los hijos de las trabajadoras en su educación y para ahorro. También ofrece atención médica a los trabajadores que, en muchos casos, necesitan sesiones de fisioterapia cada semana. «Los trabajadores de la fábrica tienen unos horarios bastantes flexibles y están satisfechos. Sus condiciones no se pueden comparar con las que tenían en el Rana Plaza de ninguna manera. Cuando se sienten cansados, se les permite tener un descanso y siempre velamos para que sus horarios sean compatibles con las obligaciones domésticas de las trabajadores, especialmente ahora que muchas de ellas se han quedado viudas o tienen a sus maridos desaparecidos», explica uno de los encargados de la empresa en el libro de Sanllorente.
No Chains, sin cadenas
En Argentina, de una asamblea popular en 2002, nació La Alameda, un movimiento que lucha contra el trabajo esclavo, al tiempo que atiende las necesidades primarias de muchas personas. Ese trabajo le llevó a descubrir los talleres clandestinos que se nutrían de inmigrantes vulnerables para hacer ropa para marcas grandes y no tan grandes. De ahí nació una cooperativa, No Chains, que tiene representación, además de en Argentina, en varios países asiáticos. Este sábado organizan un desfile muy especial, en el que presentarán las camisetas ganadoras del concurso convocado para este año; un diseño que tendrá, además, la bendición del Papa Francisco, que la ha firmado para la ocasión. «Es un respaldo del Papa Francisco para esta iniciativa libre de trabajo esclavo», explica Tamara Rosenberg a Alfa y Omega.
En nuestro país, Cáritas Española está intentando cambiar la industria de la moda desde dentro, lo que ha llevado a sus representantes a entrar en diálogo con las grandes multinacionales. Hasta el momento han avanzado, por cercanía geográfica, con una: la española Inditex. Así, ha logrado poner en marcha algunas acciones como la instalación en las tiendas de la compañía de contenedores para recoger ropa usada. Con esta medida se están creando empresas de inserción en el sector de la ropa de segunda mano, y generando 500 puestos de trabajo, tal y como explica a este semanario el técnico del Equipo de Economía Solidaria de Cáritas Española, Rubén Requena.