En estos tiempos que corren… y corren que se las pelan, la verdad, no hay que desaprovechar los momentos de felicidad. Sí, esa cima inalcanzable del ser humano, que va y viene a su antojo está más cerca de lo que creemos. Para ser más concretos, en el Teatro Lara tenemos un pedacito en la pieza teatral De buena familia.
La familia protagonista de esta obra, los Rincón, que bien podrían ser los Martínez, o los Morales, o los Ramos-Puente de toda la vida, nos demuestra lo sencillo que es vivir con la felicidad de las pequeñas cosas si estamos juntos y de verdad queremos, aunque nos amenace el abismo de la crisis, la incomprensión, o la falta de valores.
Porque, aunque sean vilmente azotados por los sin sabores de la situación económica que padecen, sabrán con humor, amor, inventiva y sobretodo sin que se les caigan los anillos, sobreponerse a las circunstancias y salir adelante.
Escrita y dirigida por la actriz y autora Natalia Hernández, la interpretación corre a cargo de un maravilloso equipo de actores: Vicente Díez y Ascen López, como los luchadores padres de familia; Jorge Basanta como Javier, el hijo treintañero perdido y desilusionado que no encuentra ni trabajo ni camino; y los hermanos Camila y Samuel Viyuela que dan vida magníficamente a María y Manuel, los dos pequeños de la familia.
Comedia y canciones, que no musical, se unen a la ironía, la buena interpretación y la excelente dirección de actores, para convertir el hall del Lara en un espacio mágico y atemporal. El texto está cerrado y lleva la velocidad suficiente para ir saltando por la historia sin tropiezos. Las canciones que son tan geniales como ridículas van hilando la historia, y sin embargo no estamos en un musical, no cantan bien, simplemente cantan como es necesario para que la comedia lo sea. Tienen el morro de aquellos que se saben buenos dominando el espacio y se sienten libres para hacer locuras.
Esta entrañable familia unida en la desgracia, que vive con lo que tiene y se conforma, es un reflejo fiel y divertido del making off de nuestra propia vida. Porque quién no ha cantado algo absurdo sin ser visto, quién no se ha peleado con sus hermanos o reído de ellos, quién no ha pasado penurias ocultándolo a los demás para no herirles, quién no quiere a los suyos. Y si los suyos son unos padres que se aman y se apoyan de verdad, para lo bueno y lo malo, lo legal y si es necesario, lo ilegal, qué ejemplo para sus hijos y… qué narices, también para nosotros. ¡Viva la familia!
★★★☆☆
Calle Corredera Baja de San Pablo, 15
Callao
Hasta el 5 de febrero