«No se trata de salvar el mundo», pero en Misiones Salesianas cambian fusiles por lápices
La entidad acaba de abrir las inscripciones para participar en su voluntariado internacional
Coincidió un día en el que los esposos Luz y Javier se encontraron de casualidad en una feria de defensa. Ella como ingeniera de procesos de INDRA y él como militar. El encuentro, que se produjo además el día en el que Javier cumplía años, hizo reflexionar a este matrimonio. «Lo podemos justificar de mil formas, pero al final vivimos de la guerra. Es lo que nos permite mantener este nivel de vida», rememora Luz.

Tras aquel encuentro, Luz y Javier se sintieron un tanto hipócritas respecto a la educación de sus hijos. «Era incoherente. Nosotros les hablábamos de la fe y les decíamos que había que ayudar a los demás, pero luego esas palabras no tenían un reflejo cotidiano en nuestra vida de familia», asegura Javier. «Había llegado el momento de dar un apretón de tuercas», aseveran al unísono desde el otro lado del Atlántico.
El matrimonio decidió pasar de las palabras a los hechos y hace algo más de un año se sumaron al voluntariado internacional de media y larga distancia de Misiones Salesianas. «A Javier se le acababa el contrato en el Ejército y tenía que decidir si firmaba la permanencia o lo dejaba definitivamente, así que vimos en esta circunstancia una señal del Señor», subraya Luz.
Contacto
Los interesados pueden ponerse en contacto con Misiones Salesianas: voluntariado@misionessalesianas.org
Había llegado la hora. «Ambos somos exalumnos salesianos y habíamos hecho algún voluntariado de corta duración, por lo que nos surgió de forma natural explorar una vía que requiriera más compromiso». Acabaron con sus hijos en Bolivia, dando soporte a un colegio internado mixto. «Cuando los salesianos llegaron aquí, vieron que las niñas se quedaban embarazadas muy pronto y que no había colegio, así que entendieron que los chicos y chicas necesitaban educación». Él se encarga del huerto escolar y de todas las reparaciones del centro. Ella daba clases de computación y ahora «imparto la materia de Sociales». Y por las tardes los dos «acompañamos a los chicos con sus tareas». Javier está con los alumnos de Primaria y Luz ayuda a los de Secundaria. «Parecen cuestiones muy cotidianas, pero vemos cómo Dios se sirve de nuestras manos para actuar con todas estas personas», concluye Javier.
Niños soldado
El negocio de la guerra, de algún modo, también se cruzó en la vida de Alejandro Vázquez, que es el responsable del Voluntariado Internacional de Misiones Salesianas. Antes que responsable, sin embargo, fue voluntario de a pie. Y, en su caso, recaló en Colombia. «Trabajaba en la Casa de Protección de Medellín», donde «se acoge a adolescentes que han formado parte de las guerrillas». Es decir, niños soldado. «Los salesianos tienen un proceso de reintegración en la sociedad». En él, «yo me encargaba de acompañarlos constantemente en lo que hiciera falta. Y también dedicaba mucho tiempo a enseñarles a escribir y a leer, porque muchos no habían podido aprender al ser reclutados para la guerra». De esta forma, Vázquez se encargaba de transformar los fusiles en lapiceros.
Tras volver de aquella experiencia, Vázquez se quiso poner a disposición de Misiones Salesianas y ahora es el responsable de un nutrido grupo de personas. «Este año, entre todas las modalidades, hubo 75 voluntarios. El último salió ayer mismo hacia México».

Antes de partir, este voluntario recibió la misma formación —tanto presencial como online— que adquieren todos cuantos aspiran a cambiar las cosas con Misiones Salesianas. «Nosotros incidimos mucho en que no piensen que van a salvar el mundo. No se puede ir con la mentalidad europea a decirle a la gente cómo tiene que vivir». Se trata, más bien, de «compartir en comunidad. De llevar el mensaje misionero de esperanza y fraternidad a otros lugares».
Para ello, los voluntarios se forman en cuestiones como la espiritualidad salesiana, «porque al final van a llegar a una de las casas de la congregación y tienen que entender el contexto en el que se están moviendo», señala Vázquez. «También trabajamos todo lo que tiene que ver con las habilidades personales, en cuanto a la gestión de conflictos o para hacer frente a los momentos de soledad interior que pueden surgir»; y, además, «aprenden sobre la doctrina social de la Iglesia» y la «adaptación a nuevas culturas». Incluso durante la formación, los voluntarios hacen dinámicas prácticas. «Les planteamos distintos escenarios que pueden surgir en los países de recepción, para que los voluntarios se vean en ese tipo de situaciones y aprendan a desenvolverse», concluye el responsable.