Un músico ateo salvó su «monumental» órgano - Alfa y Omega

Un músico ateo salvó su «monumental» órgano

El campanario de la iglesia de Santa María en Mahón (Menorca) fue parcialmente destruido en la Guerra Civil. Ahora cuenta con ocho campanas de gran valor

Rodrigo Moreno Quicios
Fachada exterior, en Mahón, al oeste de Menorca.
Fachada exterior, en Mahón, al oeste de Menorca. Foto: Tolo Cardona.

Los milicianos lo habían dispuesto todo. «Había unos carros con bueyes dentro de la iglesia y el órgano ya estaba atado para ser arrancado». Y, sin embargo, en aquel trágico clima de persecución religiosa durante la Guerra Civil, fue un músico ateo —pero más ilustrado que estos revolucionarios— quien se jugó el tipo y consiguió proteger el colosal instrumento de 15 metros de altura y 3.210 tubos. «Es de las pocas cosas que se salvaron», nos cuenta Joan Miquel Sastre. Es el párroco de Santa María, un templo erigido en la ciudad de Mahón entre 1748 y 1772 —en plena dominación británica de Menorca— sobre las ruinas de una anterior iglesia gótica saqueada por Barbarroja en 1535 y fulminada por un rayo. Bajo las ruinas de aquella, hubo otro edificio que Alfonso III de Aragón mandó construir tras reconquistar en 1287 la isla a los musulmanes que la habían tomado.

El «magnífico e inmenso» órgano de esta iglesia de dimensiones catedralicias fue inaugurado en 1810. Su elaboración corrió a cuenta del organero suizo Johann Kyburz y del alemán Franz Otter, «quien falleció mientras trabajaba en el mismo». Según detalla Sastre, este instrumento «es una obra muy notable por su calidad musical, la de sus materiales y la monumentalidad de su conjunto escultórico» pues, aunque no está elaborado en piedra, desempeña en el edificio el mismo rol que se esperaría de una impresionante estatua. Tanto es así que, «a diferencia de en otras muchas iglesias, aquí el órgano no está situado en los laterales», sino sobre la entrada al templo.

Nave central con «gran pureza de líneas». A la derecha: El mármol de Génova es un material profusamente utilizado aquí
Nave central con «gran pureza de líneas». A la derecha: El mármol de Génova es un material profusamente utilizado aquí. Fotos: Tolo Cardona.

Joya elaborada por exiliados

Con tres teclados y elaborado con «madera importada de Alemania», el órgano «tiene una gran trompetería» con tubos que imitan «la voz humana, la flauta suiza y la de travesera», explica Joan Miquel Sastre. Y añade que «sus elementos técnicos se fabricaron en Barcelona» porque era donde residían Kyburz y Otter después de que, «a causa de las guerras napoleónicas, se trasladaran allí pensando que encontrarían mejores condiciones». Traicionando a Carlos IV y Fernando VII, Napoleón acabaría llegando a España y la historia de cómo se trasladó este coloso instrumental de la Ciudad Condal a la isla en plena Guerra de Independencia es otra odisea. Pero, en cualquier caso, ambos lograron construir «uno de los mejores órganos de Europa». «Aquí vienen músicos de todo el mundo y en verano organizamos conciertos tres días a la semana», reivindica Sastre.

Entre las figuras que han pasado por Santa María destaca san Antonio María Claret. Predicó allí en 1860 cuando «acompañó a la reina Isabel II» —pues era su confesor— «a la inauguración de la Mola», que es una fortaleza militar en la entrada del puerto de Mahón que llegó a servir como cárcel. Al visitarla en su finalización, la monarca «preguntó si aquel penal grandísimo había sido construido con piedras de oro», revela Sastre. Un gesto con el que mostró su desagrado ante los sobrecostes de la obra.

Escuela de reconstrucción

Joan Miquel Sastre narra que otra de las joyas de la iglesia de Santa María es el altar mayor, que se renovó en 1797 y «fue realizado con mármol de Génova». Sobre él se instaló el sagrario y un espacio para exponer al Santísimo. Con aquel mismo material se elaboró un púlpito. Y junto al altar, en una capilla lateral, destaca «un conjunto escultórico sobre cuatro columnas de la Asunción de la Virgen sostenida por los ángeles».

Otra de las lecciones sobre caerse y levantarse que enseña Santa María es su campanario. Fue destruido en la Guerra Civil, aunque no por completo, lo que permitió una reconstrucción a partir de lo que quedaba de su torreón. «Posiblemente formaba parte del primer castell de Mahón porque era una ciudad amurallada», apunta el párroco. Después «se pusieron cuatro campanas que estaban bien para ir tirando». Pero las que son realmente impresionantes y «de un valor tremendo» son las ocho de ahora—que forman una escala musical—, que «fueron construidas en Alemania» y que se encuentran en el templo desde hace diez años.

Capilla lateral dedicada a san Miguel. A la derecha: El órgano es la mayor joya de esta iglesia y casi fue destruido en la Guerra Civil
Capilla lateral dedicada a san Miguel. A la derecha: El órgano es la mayor joya de esta iglesia y casi fue destruido en la Guerra Civil. Fotos: Tolo Cardona.

No obstante, aunque la parroquia haya sido capaz de acometer estas reformas —la última fue instalar en abril una nueva iluminación que puede apreciarse en las fotografías—, Joan Miquel Sastre explica que aún queda por rehabilitar su cripta y que «en los templos nunca terminamos la conservación y el mantenimiento necesarios».