«Los partidos políticos suelen convertir nuestro movimiento migratorio en un campo electoral», denuncia Cobo
Durante la Misa jubilar por la jornada dedicada a los migrantes, el cardenal Cobo ha reclamado «políticas que garanticen el derecho a permanecer en los países de origen y a la vez una acogida real para quienes se ven forzados a huir»
«La hospitalidad no es una opción, es un deber moral y social». Con estas palabras ha abierto el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, la homilía de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, celebrada este domingo en la catedral de la Almudena. Una celebración llena de color, acentos y caras diversas en la que Madrid ha mostrado su rostro de Iglesia universal y su deseo de ser casa para todos.
La monición de entrada ha rememorado a los más de 80.000 migrantes y refugiados fallecidos desde 1990 tratando de llegar a Europa —de ellos, 40.000 en la última década—. «Recordamos a todos aquellos cuyos nombres e historias están en el corazón de Dios, aunque sean desconocidos por los hombres», se ha leído ante un templo lleno, donde se rezó por los niños y niñas como Yaguiné, Fodé o el pequeño Aylan, víctimas de unas fronteras que se convierten en muros y de una indiferencia que, como denunció el Papa Francisco en Lampedusa, anestesia la compasión.

Una casa con todos los acentos
«Esta catedral de Madrid se convierte hoy en una casa donde viven todos los cuerpos, con todos los acentos y colores», ha proclamado el cardenal al comienzo de su homilía. «En nombre de esta Iglesia peregrina en Madrid os digo que la Iglesia quiere ser siempre vuestra casa: aquí no hay extraños. Esta Iglesia os necesita y da gracias a Dios por vuestra presencia, vuestra fe y vuestra esperanza». El arzobispo ha agradecido el testimonio de los migrantes y refugiados que «han tenido que dejar su tierra buscando un futuro mejor». Les ha recordado que son «semillas de vida nueva en una vieja Europa», portadores de esperanza y fortaleza.
Crítica al uso político de la migración
El cardenal ha denunciado el uso electoral del drama migratorio: «Los partidos políticos de todos los signos suelen convertir nuestro gran movimiento migratorio en un campo electoral. Nuestra vida se convierte muchas veces en instrumento de intereses políticos o ideológicos. Pero en la Iglesia no hay ellos y nosotros: en Cristo solo existe un único nosotros, una única familia de Dios».

Así, ha pedido mirar a las personas «no como problemas o etiquetas», sino como hermanos. Y ha instado a todos los creyentes y ciudadanos a construir comunidades «acogedoras y hospitalarias, donde cada persona se sienta reconocida como hijo de Abraham».
Justicia, derechos y hospitalidad
El arzobispo de Madrid ha insistido en que la migración «no es cuestión de ideologías ni de fronteras, sino de justicia y de derechos humanos». «Queremos una migración segura, ordenada y humana. La dignidad no se gana: se reconoce», ha subrayado, reclamando políticas que garanticen el derecho a permanecer en los países de origen y a la vez una acogida real para quienes se ven forzados a huir.

Y ha pedido también «una legislación estable que permita a quienes ya viven y trabajan pacíficamente entre nosotros participar plenamente en la vida económica y social». Recordaba así que la hospitalidad no es una opción, sino un deber moral y social.
Gracias por mantener viva la fe
«Gracias porque sois testimonio de vida y de familia; porque recogéis cosechas, cuidáis interiores y hacéis el trabajo que muchos no quieren hacer. Gracias porque nos recordáis que la fe no se predica solo con palabras, sino con la vida, con el sacrificio y con la esperanza que cada día sembráis en medio de nosotros», ha manifestado el cardenal. La celebración ha concluido con cantos en diferentes lenguas y un largo aplauso a las comunidades migrantes presentes, que llenaron la catedral con banderas, trajes tradicionales y lágrimas.