Cobo recuerda durante el WOW Fest a los jóvenes que viven en guerra
«La Iglesia os necesita para crear nuevas formas pastorales que den testimonio de esperanza en nuestro mundo», ha invitado el arzobispo a los jóvenes presentes
La catedral de Santa María la Real de la Almudena se ha llenado este sábado de jóvenes, sacerdotes, catequistas y religiosos con motivo del WOW Fest, el Jubileo Interdiocesano de Adolescentes y Jóvenes organizado por las delegaciones de Pastoral Juvenil e Infancia de las diócesis de Madrid, Getafe y Alcalá de Henares. La celebración, presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, junto con Antonio Prieto, obispo de Alcalá de Henares y José María Avendaño, obispo auxiliar de Getafe, ha estado marcada por un mensaje claro: «La esperanza no es un sueño ingenuo, sino una llama capaz de transformar el mundo».
Las tres diócesis han entrado juntas en la catedral, todos con una gran pregunta: «¿Quién decís que soy yo?». Una cuestión que, ha señalado Cobo, «suena en medio de la vida que llevamos, de nuestras alegrías, de nuestras ganas de vivir y disfrutar, pero también en los momentos de oscuridad, de soledad o de dolor, donde todo parece que se derrumba. Esos momentos en los que parece que no hay salida».

El arzobispo de Madrid también ha querido recordar que, mientras en Madrid se podía celebrar un encuentro como el WOW Fest, en muchos lugares del mundo «los jóvenes no pueden reunirse porque la música que escuchan no son guitarras ni coros, sino bombas, disparos y violencia». De ahí la urgencia de recuperar la esperanza: «Nos invitó a encender algo que parece frágil, pero que es lo más fuerte de todo».
El arzobispo ha alertado a los jóvenes contra los falsos caminos de felicidad: «Pensamos que ser felices es tener cosas, acumular seguidores o aparentar siempre estar bien. Eso da alegría, pero ¿eso no es solo por un rato?». Frente a esa lógica, ha recordado que «la esperanza verdadera tiene un nombre: Jesucristo. Él nació, vivió, sufrió, murió y resucitó para mostrarnos el camino de la verdadera alegría». Para responder a la pregunta de Cristo, el cardenal ha propuesto a los jóvenes subir tres escalones inspirados en el Evangelio del día.

En primer lugar, escuchar a Jesús: «Me refiero a escucharle en tu corazón y en los ecos que va dejando alrededor en la gente que conocemos y en nuestro mundo. Jesús habla y te habla y está deseando que le escuches. Nuestra fe no es una idea, es una esperanza que se dialoga y que da vida. La voz de Jesús no es como un vídeo de TikTok: rápida, neutra, anónima. La voz de Jesús a veces es un susurro, otras es un silencio, otras como un beso en el alma o como una llamada, pero nunca agresiva y aterradora. Es la voz del amor que siempre te deja libre, que nunca te obliga».
Caminar con la comunidad: «Por eso nos hemos reunido, para experimentar lo diversos que somos, pero siempre como Iglesia porque no eres cristiano nunca en singular, sino siempre ser cristiano en plural. No solo en tu grupo, sino todos juntos. La fe sin comunidad y sin Iglesia se apaga. Juntos se enciende. Esta es la Iglesia que quiere ser encendida por vuestra voz, que necesita vuestra voz, vuestra presencia y vuestra participación. Jesús quiere que caminemos juntos y que así juntos encendamos a nuestro mundo».
Ademas, «la Iglesia os necesita para crear nuevas formas pastorales que den testimonio de esperanza en nuestro mundo», ha añadido.
Transformar el mundo: «Si no se transforma el mundo, algo estamos haciendo mal, porque el testimonio de Cristo siempre transforma nuestro mundo. Ya se ha terminado aquello de ser cristiano por moda o por familia o porque me han traído. Pero no se ha terminado el seguir ahora de forma nueva a Jesús. Vosotros sois la novedad de ser cristiano hoy y os corresponde decirlo».
De esta manera, el cardenal Cobo ha insistido en que la esperanza es «la semilla que transforma el mundo». No se trata de ingenuidad, sino de decisiones concretas: «Cada gesto de amor, cada acto de amabilidad y de fraternidad. Cada vez que te juntas con los cristianos. Cada elección valiente. Cada vez que damos un paso, se abre una grieta de luz en medio de la oscuridad. No lo olvidéis. Cada vez que vas con tus hermanos y construyes iglesia en la parroquia, en el colegio o en la comunidad, se abre una grieta».