Para ayudar a las personas sin hogar «ha tenido que ser en la iglesia»
La parroquia malagueña de Nuestra Señora de las Angustias inaugura en sus dependencias un centro para que puedan asearse y descansar
«Queremos abrir la iglesia al barrio y a todas las personas necesitadas, acoger a las personas en situación de calle y ofrecerles acompañamiento», nos explica al otro lado del teléfono Fernando Ortega. Es presidente de La Casa de la Esperanza, una asociación que ha presentado este jueves en las dependencias parroquiales de Nuestra Señora de las Angustias —en el barrio malagueño de El Palo— un espacio para personas sin hogar. «Es un centro de día que se basa en unos baños, hemos rehabilitado el patio de la parroquia para ofrecer estos servicios de ducha e higiene completa y estableceremos unos turnos diarios», nos detalla. En total, cuentan con 112 socios y 60 voluntarios.
La construcción, antaño en desuso y ahora reformada con ayuda de la Fundación Unicaja, cuenta también con «una zona de descanso con toldos» y, en su planta superior, «se ha hecho un pequeño saloncito con cocina donde los voluntarios pueden recibir a estar personas y ofrecerles un café». Cuentan también con seis sillones donados por HM Hospitales donde las personas en situación de calle, aunque no pernocten allí, podrán «descansar un rato» porque por las noches «duermen fatal». «A estas personas muchas veces se las trata como si fueran invisibles o parte del mobiliario urbano», denuncia. El espacio también cuenta con una televisión y un aire acondicionado. «Estamos empezando con esto, que es poco, pero para ellos significa mucho».
Ortega detalla que la iniciativa «surge a raíz de la comunidad» parroquial de Nuestra Señora de las Angustias. Muchos de ellos han participado en los retiros de Emaús y «nos surgió la inquietud de acompañar a la gente en situación de calle». Tras «movernos por el barrio», él mismo y su párroco, Gerardo, «conocimos la realidad de las personas sin hogar y decidimos crear una asociación» para darles una respuesta.
El proyecto en las dependencias parroquiales que ha presentado este jueves no es el primer intento de La Casa de la Esperanza, pues antes de él «alquilamos un local, pero hubo una mala respuesta de los vecinos, que no lo querían cerca». El presidente no hace sangre y le quita hierro. «Por nuestra parte no supimos leer bien la respuesta o fuimos demasiado ingenuos, pensábamos que todo el mundo tenía la misma mirada que nosotros y no supimos hacer pedagogía en la zona», valora.
Pese a todo, presume de que «era un proyecto chulísimo con la reforma de un local de 250 metros cuadrados, una pequeña consulta de podología y una sala de reuniones». De hecho estaba tan bien plantado que «el Ayuntamiento de Málaga nos dio una ayuda a la que hemos tenido que renunciar». No obstante, a aquellos vecinos más reacios «les hemos invitado también a la inauguración» porque «transmite un mensaje muy bonito al barrio de abrir las puertas». «Al final ha tenido que ser en la iglesia y el Señor ha querido que empecemos pequeñito», concluye Ortega.