La devoción al Corazón de Jesús «ha traído gran cantidad de obras sociales para las periferias»
El experto en esta espiritualidad Federico Jiménez de Cisneros profundiza en las implicaciones de la encíclica Dilexit nos para la vida pública
«Junto con Cristo, sobre las ruinas que nosotros dejamos en este mundo con nuestro pecado, se nos llama a construir una nueva civilización del amor. Eso es reparar como lo espera de nosotros el Corazón de Cristo». Esta frase de la encíclica Dilexit nos sintetiza cómo entendía el Papa Francisco el «sentido social de la reparación», al que dedicó un apartado de su último documento magisterial.
Aunque es uno de los aspectos más llamativos del texto, el experto en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús Federico Jiménez de Cisneros no lo considera realmente innovador, sino más bien una síntesis de «lo que se ha vivido» en la historia de la Iglesia. Esta espiritualidad «ha traído desde siempre una gran cantidad de congregaciones religiosas y de obras sociales que se ocupan de la labor asistencial a ancianos o a niños abandonados, a las periferias, y que llevan al Corazón de Jesús en su nombre», asegura el doctor en Historia y vicesecretario del centro de Sevilla de la Asociación Católica de Propagandistas.
Jiménez de Cisneros participó el pasado lunes en el ciclo La Actualidad a Debate, organizado en Santander por el Aula Ángel Herrera Oria. En la ponencia ‘Dilexit nos’. Propuestas para la vida pública, sugería tres pasos para llevar esta devoción a la esfera social. La primera era «descubrirla o redescubrirla» nosotros mismos. «El Papa nos recuerda muchísimo que la devoción al corazón es devoción a Jesucristo». Incluso, recordaba, «llama la atención a quienes por tener una formación se creen superiores a quienes no la tienen y viven esta espiritualidad desde la devoción popular, muy pegada a la imagen».
Un segundo momento sería la consagración al Corazón de Jesús, pues «tenemos la obligación moral de devolver al Señor amor por amor» en respuesta a los desprecios e indiferencias que sufre. Y por último estaría trabajar para la expansión de esta devoción, hablando de este «Dios que es amor».
Al hablar de vida pública, matiza a esta publicación, «la entiendo en su sentido más amplio. No es una devoción intimista que te guardas para ti. En el momento en que le consagras tu vida, tu familia; que tiene un lugar central en ella o tienes su imagen en un lugar visible de casa o del trabajo es más fácil que todo lo que hay alrededor se impregne de ello».
En este sentido, señala que la consagración puede ser «a nivel personal o familiar, pero también social, en las empresas y trabajos». También en realidades más amplias como las diócesis, los municipios o naciones enteras. En esta línea, Jiménez de Cisneros, que investiga los monumentos al Sagrado Corazón por la geografía española, asegura que los erigidos en lugares públicos en lo que va de siglo XXI «pasan del centenar; es decir, cuatro por año».
Pero «no se trata solo de tener una imagen visible». En Dilexit nos «Francisco insiste mucho en que sea la oportunidad de atraer a Jesucristo a las personas alejadas».
Por último, el ponente señalaba que «todas estas cosas deben ser camino para que tú vivas en el Corazón de Cristo». Con esta frase, en su ponencia homenajeaba al jesuita Luis María Mendizábal, gran apóstol de esta devoción, en el centenario de su nacimiento. «Era una expresión muy suya con la que nos animaba a todos los que tuvimos la suerte de tratarle».