Rector de San Dámaso: «Juan Pablo II llenó de esperanza a la Iglesia en España»
Nicolás Álvarez de las Asturias recuerda, a los 20 años de la muerte del Papa polaco, «su capacidad de afrontar de forma sistemática todos los desafíos de la Iglesia»
A los 20 años del fallecimiento de san Juan Pablo II, el principal legado que queda de él es «la autenticidad de su vida y la tremenda coherencia en el seguimiento de Jesucristo que manifestó desde el primer momento hasta el último instante». Así lo recuerda Nicolás Álvarez de las Asturias, rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, de Madrid, mirando atrás a ese 2 de abril de 2005.
En segundo lugar, destaca «su capacidad de afrontar de forma muy sistemática todos los desafíos que tenía la Iglesia». Como cuestión más general, cita «la nueva evangelización». Pero recuerda otros muchos temas más específicos: «La renovación de la vida sacerdotal y religiosa, el impulso a la vocación laical, la preocupación por familia y por la transmisión de la fe». Es decir, todos los «temas esenciales de la misión de la Iglesia». En este sentido, «basta repasar los títulos de los sínodos» para ver cómo «no dejó ni un tema sin abordar».
Junto a esto, Álvarez de las Asturias señala que «el impacto a nivel civil» del Pontífice polaco es evidente. «Nadie discute que tuvo un papel protagonista en el cambio de Europa y en la caída del Muro de Berlín». Asimismo, «logró que la voz de la Iglesia se escuchase con enorme respeto en todas las instancias». Sin embargo, para el rector de San Dámaso, «la gran contribución de cualquier Papa tiene que ver con su labor al frente de la Iglesia y de su misión».
Huella en Madrid
Mirando a España, el sacerdote resalta que con sus visitas «llenó de esperanza a la Iglesia». Al comienzo de su pontificado nuestro país, «como todos los demás de Europa, estaba sufriendo una crisis vocacional muy fuerte y empezando a experimentar la secularización. Eso podía llevar a cierto pesimismo». Pero a pesar de ello, «desde su primera visita», en 1982, «inyectó una dosis de esperanza que ha permitido responder con generosidad a Jesús y fiarse de la Iglesia».
Álvarez de las Asturias habla pensando en su generación. «Pero se aplica a muchas otra». De forma más concreta, afirma que «los sacerdotes diocesanos de Madrid tenemos un gran cariño y una deuda de gratitud con él» por la «gran huella que ha dejado en nuestra ciudad».
El rector de San Dámaso recuerda, por ejemplo, que «no solo se despidió de España en Madrid» con el célebre «hasta siempre, España. Hasta siempre, tierra de María». Además, «en 1993 consagró la catedral de la Almudena y visitó el seminario. Allí se encontró con los seminaristas madrileños y de toda España». Cita también que «canonizó a muchos santos madrileños». Los últimos, en su despedida de la capital, en la plaza de Colón: san Pedro Poveda, san José María Rubio, santa Genoveva Torres y santa Maravillas de Jesús.