Enrique Guevara: «La devoción al Cristo de Medinaceli no solo no ha mermado, sino que ha ido creciendo» - Alfa y Omega

Enrique Guevara: «La devoción al Cristo de Medinaceli no solo no ha mermado, sino que ha ido creciendo»

El pregón «ha de poner su acento en el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, sin ambages, ni complejos, ni distracciones», afirma el pregonero de la Semana Santa de Madrid

José Calderero de Aldecoa
Enrique Guevara, pregonero de la Semana Santa de Madrid
Enrique Guevara, pregonero de la Semana Santa de Madrid. Foto cedida por Enrique Guevara.

¿De dónde le viene el interés por la Semana Santa? ¿Es tradición familiar?

Desde pequeño mi familia siempre me llevaba a ver las procesiones cuando llegaba Semana Santa, pero como a tantos otros niños. Personalmente, desde la adolescencia, sentí una verdadera vocación por ser cofrade, una llamada totalmente voluntaria y sin tener un especial arraigo o tradición que me incitara a ello. Con catorce años ingresé en la nómina de hermanos de la de Ntro. Padre Jesús del Gran Poder y María Stma. de la Esperanza Macarena, que radica en la Colegiata de San Isidro y procesiona cada Jueves Santo, donde ya llevo treinta y tres años. La manera de vivir la fe en comunidad en una hermandad tiene grandes atractivos, y trabajar juntos para poner una vez al año la cofradía en la calle y vestir la túnica de nazareno es algo difícil de explicar porque hay que vivirlo.

Tiene numerosas publicaciones sobre las Semana Santa. Libros, artículos, colaboraciones… ¿A qué responde todo esto? ¿Cuál es el tesoro escondido, qué hay en la Semana Santa madrileña, que merezca tanta difusión?

Decía un Papa que el conocimiento lleva al amor, y eso es precisamente lo que me ha ocurrido con la Semana Santa de Madrid. He querido conocerla en profundidad para quererla en todo su espectro. Recuerdo cuando empecé a pasar tardes y tardes de estudiante en la hemeroteca municipal rescatando reseñas periodísticas desde los años cuarenta del siglo pasado para verificar cómo era nuestra Semana Santa y cómo había evolucionado. Rastreé periódicos como Pueblo, Ya, El Alcázar, Diario 16, ABC… todo lo cual me llevó a publicar el primer libro con dieciocho años que, a la sazón, fue el primer estudio realizado sobre nuestra Semana Santa de Madrid. A partir de ahí, he ido acumulando tal cantidad de información, de fotografías y de datos procedentes de los archivos de las hermandades que me han llevado a seguir editando otros tantos libros sobre la misma temática e incluso varias monografías sobre varias cofradías. Además, fundé hace ahora trece años la revista oficial de la Semana Santa de Madrid que se edita cada año. Hemos conseguido, desde el principio, que tenga una difusión gratuita para que madrileños y foráneos conozcan nuestras procesiones. La Semana Santa de Madrid era una gran desconocida, si bien atesora un número de cofradías, nada desdeñable, y unas imágenes que despiertan gran devoción y con una tradición muy enraizada.

Creo que tiene especial devoción al Cristo de Medinaceli. Es una de las imágenes con más devoción popular. Incluso vimos el otro día al rey y al alcalde de Madrid a los pies del Cristo. ¿Cómo vivió la visita de ambos?

Mi devoción se encuentra repartida entre varias imágenes, si bien es verdad que la de Ntro. Padre Jesús Nazareno de Medinaceli constituye un faro importante en mi vida. Para muchos madrileños viene a ser el Alfa y la Omega de su fervor y a quien se encomiendan en tantas vicisitudes. Es tremendamente llamativo que en pleno siglo XXI, en una sociedad como la que vivimos, la devoción al Cristo de Medinaceli no solo no se haya mermado sino que ha ido creciendo. Miles de personas de todas las clases sociales y profesiones acuden cada día a sus plantas, con especial significación cada viernes y, muy especialmente, el primero del mes de marzo. Los fieles esperan horas para sentir de cerca a la imagen y depositar un beso a sus pies. Desde pobres y mendigos, hasta la mismísima Casa Real. Personalmente, creo que el hecho de que nuestras instituciones se vean representadas en estos gestos dice mucho de ellas y de su reconocimiento a la fe que profesa el pueblo.

Me ha parecido curioso que la talla viajara en camión hasta Ginebra durante la Guerra Civil. ¿Cómo es esa historia?

La historia de la imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno de Medinaceli es tremenda y está cargada de vicisitudes desde que a finales del siglo XVII fue trasladada desde el norte de África a Madrid. Concretamente, cuando estalló la Guerra Civil la imagen quedó bajo la custodia de la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico que la trasladó hasta Ginebra para protegerla de su destrucción, junto a otros muchos elementos de valor. Dictan las crónicas que la imagen fue llevada de Madrid a Valencia, y de aquí a Figueras, aceptando después el gobierno español el traslado a la sede de la Sociedad de Naciones de Ginebra. Dice la crónica de uno de los que transportaron las obras de arte: “… formé los camiones poniendo a la cabeza el que conducía al Cristo de Medinaceli para que nos protegiera. En el último camión, con tapices del Duque de Alba, me metería yo con mi familia”. Una vez en Ginebra, el Cristo se dio por perdido, hasta que a comienzos del mes de mayo de 1939, se inició el regreso de la venerada imagen a Madrid, concretamente el día 13, tras haber sido descubierta en el destino en que se encontraba.

¿Cuál es el principal mensaje que quiere transmitir en el pregón?

El pregón debe ser, necesariamente, un anuncio y una proclama que ponga de manifiesto la llegada de la Semana Santa al modo en que la vive Madrid. Sin duda, este edicto ha de poner su acento en el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, sin ambages, ni complejos, ni distracciones. En mi pregón se entremezclan desde experiencias personales a cuestiones históricas de nuestra Semana Santa, desde la prosa hasta el verso, desde la vivencia en las calles con las procesiones a los nombres propios que han trabajado en las últimas décadas por nuestras cofradías. Me gustaría que cuando la gente salga de escuchar el pregón, lo haga con ganas de echarse a las calles y disfrutar de nuestras procesiones, de las imágenes que salen al encuentro con su pueblo, de rezar y de humanizar al Dios hecho hombre entre cera e incienso. Sin duda, pronunciarlo es un verdadero privilegio, no solo porque es nuestro obispo quien ratifica tu nombramiento y es la catedral el lugar donde se convoca para pronunciarlo, sino porque durante cincuenta minutos serás la voz de la Iglesia de Madrid llamándote a la nueva vida, al renacer y a la conversión.