Muere Luis Lezama, el «guía espiritual» que imaginaba soluciones para los jóvenes
Fue herido de bala en Siria y entrevistó a los supervivientes de la tragedia de los Andes, y sobre todo dio trabajo a multitud de jóvenes desfavorecidos en el sector de la hostelería
Arropado por miles de fieles que se congregaron en la parroquia madrileña de Santa María la Blanca, la Iglesia despidió el pasado lunes a Luis Lezama, fallecido el pasado sábado en la sede de la Clínica Universitaria de Navarra en la capital. El funeral fue oficiado por el obispo auxiliar de Madrid Juan Antonio Martínez Camino, y concelebrado entre otros por el cardenal Carlos Osoro y el nuncio de Su Santidad en España, Bernardito Auza.
Licenciado en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid en 1976, como periodista fue corresponsal en la Guerra de los Seis Días, en la cual resulta herido de bala en los Altos del Golán. Años más tarde viajó a Uruguay para entrevistar a 16 personas que habían sobrevivido a la tragedia aérea de la selección uruguaya de rugby.
En un mensaje del Papa Francisco que hizo llegar, vía WhatsApp, a través de Juan María Laboa, amigo personal de Lezama, el Pontífice trasladó que «lamento el fallecimiento del Padre Lezama. Transmitan a sus seres queridos y colaboradores mi cercanía y mi oración agradecida por su ministerio sacerdotal fecundo y por su fidelidad».
Pero la mayor obra de Lezama tiene que ver con la hostelería y las oportunidades laborales a jóvenes desfavorecidos. Así, en 1974 abrió una pequeña taberna junto al Teatro Real en Madrid para dar una salida a un grupo de jóvenes con escasos recursos. Pronto se dio cuenta de que el futuro pasaba por dotar a los jóvenes de formación y así es como el Grupo Lezama, que hoy cuenta con más de diez restaurantes, una línea de catering, tres escuelas de hostelería, una escuela de hostelería online y hasta un colegio de talante innovador, Santa María la Blanca, en el barrio madrileño de Montecarmelo. Todas estas iniciativas dan trabajo hoy a una plantilla de más de 500 empleados.
Para Jon Urrutia Palacio, presidente Fundación Iruaritz Lezama, de la que depende el grupo de empresas impulsadas por el sacerdote, «don Luis fue más que un líder visionario. Fue un guía espiritual, un creador de oportunidades y un constructor incansable de sueños a través de sus muchos proyectos. Su vida y dedicación han dejado una huella imborrable en cada uno de nosotros y en el camino que hoy recorremos juntos».