Urbi et orbi: «Armémonos de valor para cruzar la Puerta Santa y silenciar las armas»
En la tradicional bendición de Navidad, Francisco ha pedido «que durante este Año Jubilar se trabaje para edificar el bien común y redescubrir la dignidad de cada persona»
Ante más de 30.000 personas que le esperaban en la plaza de San Pedro, el Pontífice se ha asomado un año más al balcón central de la basílica del Vaticano para dirigir al mundo la tradicional bendición urbi et orbi, acompañada de un mensaje navideño cargado de actualidad y llamamientos a la paz.
Francisco ha denunciado en su discurso la «gravísima situación» que se está viviendo en Gaza y ha vuelto a pedir la paz para todos los conflictos que asolan el mundo. Así, en este 25 de diciembre, el Santo Padre ha reiterado su deseo de «que se callen las armas» y se alcancen diálogos en aquellos países donde la población sufre, como la dramática situación en Oriente Medio, en Palestina, Israel, Siria o el Líbano, o las crisis humanitarias que asolan África en países como la República Democrática del Congo, Burkina Faso, Mali, Mozambique, Sudán, Myanmar. A todos ellos, Francisco ha pedido «que el nacimiento del salvador traiga un tiempo de esperanza».
«Que el Niño Jesús inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad del continente americano, con el fin de encontrar lo antes posible soluciones eficaces en la verdad y la justicia, para promover la armonía social, en particular en Haití, Venezuela, Colombia y Nicaragua», ha enfatizado el Papa. «Que se trabaje, especialmente durante este Año Jubilar, para edificar el bien común y redescubrir la dignidad de cada persona, superando las divisiones políticas».
Jesús nos espera en el umbral
En la solemnidad de la Natividad del Señor, Francisco ha hecho una invitación expresa a «reconciliarnos con nosotros mismos y con nuestros enemigos, porque la misericordia de Dios lo puede todo. Derriba todo muro que divide y disipa el odio y el espíritu de venganza», y ha recordado que «la puerta del corazón de Dios está siempre abierta. Volvamos a Dios, regresemos al corazón que nos ama y nos perdona».
Además, como no podía ser de otra manera, ha hecho referencia al Jubileo de la Esperanza que comenzó esta Nochebuena. El Pontífice ha recordado que «la Puerta Santa y el Jubileo representan a Jesús, que es la puerta de salvación abierta a todos. Jesús es la puerta que el padre misericordioso ha abierto en medio del mundo para que podamos volver a él. Porque somos ovejas perdidas y necesitamos esa puerta para volver a la casa del Padre».
Sin embargo, también ha reconocido que «muchos nos quedamos en el umbral de la puerta sin llegar a cruzarla porque no nos atrevemos a dar un paso adelante, dejar atrás contiendas y divisiones para abandonarnos a los brazos abiertos de Niño, que es príncipe de la paz». «En esta Navidad», continuó el Papa, «inicio del Año Jubilar, invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones».