Rolando Álvarez celebra en Sevilla su primera Misa pública tras ser excarcelado
Ofreció su cruz pectoral a la Virgen de los Dolores deseando que «este gesto pudieran contemplarlo todos mis fieles de Matagalpa»
«En honor a Nuestra Señora de los Dolores, en memoria de Nuestra Señora de la Esperanza y en la víspera de los 100 años de la fundación canónica de mi bendita y amada diócesis de Matagalpa, oramos por nuestra amada Nicaragua». Es la oración que el obispo excarcelado Rolando Álvarez pronunció el pasado miércoles durante su primera Misa pública. Sucedió en Nuestra Señora de las Huertas, una parroquia en el pueblo sevillano de Puebla de los Infantes.
Álvarez leyó también los primeros párrafos de la carta escrita el pasado 2 de diciembre por Francisco a los nicaragüenses. «Precisamente en los momentos más difíciles, donde humanamente se vuelve imposible poder entender lo que Dios quiere de nosotros, estamos llamados a no dudar de su cuidado y misericordia», recordó el prelado.
Al final de la Eucaristía, este obispo que pasó encarcelado arbitrariamente 500 días por el régimen de Ortega y Murillo ofreció su cruz pectoral a la Virgen de los Dolores como agradecimiento «por estos 100 años de fundación canónica de mi bendita y amada diócesis de Matagalpa». Además, deseó «que este gesto pudieran contemplarlo todos mis fieles de Matagalpa, del campo y la ciudad, diciéndoles que estoy orando por ellos». Y concluyó subrayando que «estoy haciendo este gesto de amor por ellos, por el Señor, por la Iglesia, por la Virgen Santísima».
Finalmente agradeció al arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses «su generosidad» al «recibir a mis sacerdotes y seminaristas». «Gracias por sus oraciones, sigan orando por mí, por favor, y por mi amada Nicaragua». Esta no ha sido la primera vez que Rolando Álvarez viaja a Sevilla, pues ya estuvo en la archidiócesis el pasado 6 de junio. Entonces visitó su Palacio Arzobispal, seminario, catedral y casa sacerdotal. El próximo 14 de enero de 2025 se cumplirá un año de su exilio a Roma —tras una muy represiva Navidad en su país natal— junto al obispo de Siuna, Isidoro del Carmen Mora Ortega, 15 sacerdotes y dos seminaristas.