Escuchemos con el corazón
Muchos jóvenes se sienten vulnerables. La archidiócesis se ha propuesto ofrecer un espacio seguro para ellos, donde puedan expresar sus miedos y ser acompañados
Durante todo su pontificado, más aún después del último Sínodo, el Papa Francisco ha otorgado un papel esencial dentro de la Iglesia a la escucha, expresión de amor y de comunión, pues «corresponde al estilo humilde de Dios». De esta forma, el Santo Padre llama a la Iglesia a ser «escuela de escucha» que responda al anhelo escondido de un encuentro personal en tantas personas necesitadas.
Nos encontramos ante un mundo cada vez más globalizado y conectado pero en el que, paradójicamente, la soledad, el aislamiento y la marginación están a la orden del día. Son muchas las personas que no cuentan con un espacio donde expresar su dolor. Esto, sin duda, nos interpela. Hace más de una década, José Cobo, entonces al frente de una parroquia de Madrid, detectó esta necesidad y apostó por la creación de un centro de escucha. A lo largo de los últimos años se han ido multiplicando en nuestra diócesis diversas iniciativas en este sentido.
Como cristianos estamos llamados a acoger al doliente y no mirar a otro lado. De ahí la necesidad de una respuesta concreta y coordinada que unifique esfuerzos y asegure la mayor calidad en la atención. Por ello, se ha ido madurando la iniciativa de articular en una red diocesana este apostolado del oído, cuidando una adecuada formación y supervisión de las personas que ejercen de escuchas para garantizar la calidad del servicio que ofrecen.
Desde el principio, estos centros y espacios diocesanos han contado con el apoyo y soporte del Centro de Humanización de la Salud San Camilo, que lleva muchos años capacitando al voluntariado para una escucha activa, empática y sin juicios. Desde hace más de 20 años se ha consolidado desde su experiencia pionera en el ejercicio de la escucha con el Centro de Escucha San Camilo.
Esta propuesta refleja la labor transformadora de esos espacios que alumbran la vida de muchos. Gracias al trabajo de las personas voluntarias que regalan su tiempo a esta bonita misión, la escucha representa un instrumento sencillo a la par que enormemente poderoso. No se trata solo de oír las historias que nos cuentan, sino que exige poner en el centro a la persona atendida, intentando comprender su sufrimiento. Significa abrazar el dolor y acoger la historia vulnerable de aquellos que, en un acto de fe y confianza, tienen la valentía de abrir su corazón.
Para los jóvenes
En los últimos años muchos jóvenes se ven afectados y se sienten vulnerables ante situaciones adversas, la incertidumbre por el futuro, la soledad, la cultura de la inmediatez y las nuevas tecnologías que distorsionan su autopercepción, entre otros factores. Es un contexto de sufrimiento que debe ser atendido. Ante esta realidad, la Delegación de Jóvenes junto a la red de centros de escucha de la diócesis se han propuesto ofrecer un ambiente específico y seguro para que ellos puedan expresar sus miedos y ser acompañados. La creación de un espacio de escucha joven es una prioridad para la archidiócesis de Madrid.
Actualmente se está formando el grupo de voluntarios que, tras recibir la formación pertinente, acompañará esta realidad de dolor de muchos chicos. Quien se sienta llamado a esta tarea, con sensibilidad para ello y desee participar como voluntario, puedes contactar a través del siguiente email: delegacion.jovenes@archidiocesis.madrid