Este mercadillo ideal «para decorar una casa» destina lo recaudado a futuros sacerdotes
La Fundación CARF organiza en Madrid su 28 Mercadillo Solidario del 26 al 30 de noviembre
«Tenemos objetos curiosísimos; por ejemplo, este año nos han donado unos bustos de generales polacos», cuenta al otro lado del teléfono Carmen Ortega. Es una de las principales organizadoras, junto a Rosana Díez-Canseco, del 28 Mercadillo Solidario que la Fundación CARF organiza en la parroquia madrileña de San Luis de los Franceses. Estará allí del 26 hasta el 30 de noviembre de 11:00 a 21:00 horas. Y todo lo recaudado —el año pasado fueron más de 30.000 euros— se utilizará para sufragar la formación de sacerdotes.
Ortega explica que, aunque las 40 mujeres implicadas en la Fundación CARF organizan varios mercadillos más pequeños a lo largo del año, «este tan grande se hace solo una vez, antes de Navidad». Subraya que tiene lugar en unas fechas idóneas para hacer un regalo. Y aunque lo que se puede encontrar en él «es un poco incierto» porque depende de las donaciones de quienes contribuyen y así «ayudan a la Iglesia», resume que este rastrillo es ideal «la decoración de una casa». Aparte de las ya mencionadas estatuas de militares centroeuropeos, el mercadillo dispone de variedad de «pinturas, cuadros, vajillas, cristalería y mantelería». Por tanto, no es extraño ver allí a parejas de recién casados amueblando su hogar.
La iniciativa, que sería imposible sin sus voluntarias, cuenta con diferentes grupos que la preparan «trabajando todo el año». Por ejemplo, hay uno en el que «recibimos los muebles que están algo deteriorados, los restauramos y pintamos». Como resultado, los compradores jóvenes pueden hacerse con un mueble de bastante más valor que los prefabricados por grandes multinacionales, «pero además de aspecto moderno».
Apoyo a sacerdotes
Ortega explica que el dinero recaudado por este mercadillo se destinará a becas para seminaristas que estudian en la Universidad de Navarra y en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma. Además, «después de estudiar, todos vuelven a sus países de origen y les hacemos un regalo que les gusta mucho». Consiste en «una mochila que contiene los vasos sagrados para poder celebrar la Misa y administrar los sacramentos». También «un alba a medida» y «una cartulina forrada de un terciopelo muy digno para ser el altar de cualquier sitio» en el que celebren la Eucaristía.
Antaño un maletín, los colaboradores del CARF decidieron en los últimos años entregar su obsequio en forma de mochila porque «es muy cómoda» para los futuros sacerdotes. Ortega concluye compartiendo el ejemplo de «un seminarista centroamericano que tenía que atravesar un río muy caudaloso y así se podía agarrar con las dos manos a la barca y después montar en bicicleta».