Más transparencia y recursos en la lucha contra los abusos
El requerido informe de la comisión vaticana que protege a los menores también habla de lentitud y de falta de concienciación
Lentitud. Falta de recursos para abordar las denuncias. Escasez de transparencia en los procesos canónicos. Estos son algunos de los errores a subsanar que propone el primer informe de la comisión que se encarga de la protección de menores y personas vulnerables en el Vaticano. Un documento que, por cierto, pidió el Papa hace ya dos años y que parte de las entrevistas realizadas a los obispos en las visitas ad limina y de las respuestas a cuestionarios enviados. Con la publicación de este texto, que al parecer se hará a partir de ahora todos los años, el Vaticano tendrá una herramienta eficaz para establecer una visión global que analice su respuesta a esta lacra. Porque cada país es un mundo, y así queda constatado en este resumen, que deja claro que no todos han alcanzado el mismo nivel de concienciación hacia este grave problema que afronta la Iglesia universal. El documento habla de una «inquietante falta» de estructuras dedicadas a la protección de menores, a pesar de que así lo exigió Francisco en 2019 en el motu proprio Vos estis lux mundi. También habla de una «cultura del silencio», sobre todo en países del continente africano y asiático. En ocasiones, señala el texto, por una cuestión de oposición cultural.
Lo importante de todo este análisis, como tantas veces repite el Papa Francisco, es que no se quede en palabras escritas, sino que sirva para que las Iglesias locales avancen hacia la reparación y el reconocimiento de las víctimas de abusos en la Iglesia y para que, en el presente y en el futuro, esta perversión no se vuelva a repetir. Ya lo dijo el cardenal Cobo en el acto público del pasado 21 de octubre: «Necesitamos seguir madurando para poner en marcha un modelo de funcionamiento eclesial menos clerical, más sinodal y corresponsable. Un modelo en el que la transparencia y el buen trato sean la forma de funcionar». Y para madurar es fundamental enfrentarse cara a cara con la realidad y dejar de mirar a otro lado.