The Mistery Man «es casi otro Evangelio»
Llega a Barcelona la exposición que muestra de manera hiperrealista el contenido de la Sábana Santa. «Muchos rezan, lloran y hasta nos piden besarla», cuenta su autor
Primero Salamanca y después Guadix, para dar el salto a Venecia y Caravaca, hasta llegar ahora a Barcelona, donde se acaba de inaugurar The Mistery Man, la exposición que muestra de manera hiperrealista el todo el contenido de la Sábana Santa.
Más de 200.000 personas han podido ver ya la obra de Álvaro Blanco, el artista salmantino autor de una escultura que materializa más de 15 años de estudios sobre la Sábana Santa y para la que han sido necesarias tecnologías avanzadas y estudios históricos.
La figura, que se puede contemplar en la basílica de Santa María del Pi, en Barcelona, hasta el mes de diciembre, «tiene una dimensión histórica, científica y también artística», explica Blanco, «y al final no deja de ser una obra de arte que provoca una emoción en el que la mira».
En este sentido, a la hora de hablar del feedback que ha recibido en las distintas exposiciones, el artista cuenta que «cada persona la ve un sentimiento muy propio». Así, «hay gente que recibe tanta impresión que no puede acercarse siquiera; otros se animan y hasta han pedido besarla; muchos rezan, y otros han llorado al contemplarla…», relata.
The Mistery Man es «la imagen del hombre más retratado de la historia, para muchos Dios mismo», afirma Álvaro Blanco, pero abordada «desde una perspectiva hiperrealista que va más allá del arte creativo». De este modo, al buscar reflejar lo que muestra la Sabana Santa, «la gente se lleva un impacto muy fuerte». No duda en denominarla como «casi otro Evangelio, porque sigue contando la esencia» de su contenido.
En lo personal, su relación con este misterio comenzó hace 20 años: «cuando cayó en mis manos la historia de la Sábana Santa me pareció algo ridículo, era muy escéptico». Después creció su interés y fue investigando más sobre ella hasta caer en la cuenta de que «ese objeto no tenía nada que ver con lo que había visto antes y tenía que ver con el arte, hasta el punto de que me parecía que el artista era el mismo Jesús».
El resultado de tantos años de estudios es una obra que no tiene que ver con ninguna obra anterior. «En la historia todo artista ha interpretado a Jesús a su manera, tal como ellos lo veían y condicionados por la estética de su época, pero lo que encontramos aquí es distinto», señala Álvaro Blanco. Por eso, años después de empezar a enfrentarse a este misterio, ese primer escepticismo ha ido evolucionando hasta poder afirmar hoy que «creo absolutamente en esta historia de amor y entrega que ha atravesado el mundo».