Francisco a legisladores católicos: «La distinción entre objetivos militares y civiles es cada vez más difusa» - Alfa y Omega

Francisco a legisladores católicos: «La distinción entre objetivos militares y civiles es cada vez más difusa»

El Papa ha pedido a la Red Internacional de Legisladores Católicos retomar el espíritu de cooperación internacional tras la Segunda Guerra Mundial

Rodrigo Moreno Quicios
El Papa con la Red Internacional de Legisladores Católicos. Foto: Vatican Media

Resguardado del calor del agosto romano en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, en el Vaticano, el Papa Francisco ha confesado a los integrantes de la Red Internacional de Legisladores Católicos en la mañana de este sábado que «no exagero» cuando alerta sobre una «Tercera Guerra Mundial librada a pedazos» que parece «permanente e imparable». Los políticos han visitado al Santo Padre como una de las últimas actividades del encuentro El mundo en guerra: crisis permanentes y conflictos, ¿qué significan para nosotros?. Es un evento que se desarrolla por decimoquinta vez en las ciudades italianas de Roma y Frascati desde el pasado 22 de agosto hasta el próximo lunes 25.

Francisco ha recordado a los legisladores «el imperativo de renunciar a la guerra como medio para resolver conflictos y establecer la justicia». Ha citado su encíclica Fratelli Tutti para recordar que «toda guerra deja al mundo peor de lo que lo encontró». Y como ya ha sostenido en numerosas ocasiones, ha repetido que «la guerra es un fracaso de la política y de la humanidad». La ha llegado a definir como «una rendición vergonzosa» y una «derrota ante las fuerzas del mal».

El Papa ha revelado además su preocupación por la escalada armamentística y la creciente capacidad destructiva de los arsenales modernos. «En muchos casos, la distinción entre objetivos militares y civiles es cada vez más difusa», ha denunciado Francisco, alertando sobre los crímenes de guerra que esto puede suponer en algunas zonas del mundo especialmente convulsas actualmente. Ha pedido a los legisladores no permanecer indiferentes ante «las escenas de muerte y destrucción» y escuchar especialmente «el grito de los pobres, de las viudas y los huérfanos».

«La virtud de los fuertes»

Entre los esfuerzos necesarios para construir la paz, Francisco se ha detenido en «la perseverancia y la paciencia», que ha definido como «la virtud de los fuertes». Ha señalado también que «el diálogo debe ser el alma de la comunidad internacional» y, aunque ha tenido buenas palabras para las estructuras que promueven el derecho internacional, les ha emplazado sin embargo a «un reparto más equitativo de los bienes de la tierra» para superar «las escandalosas desigualdades e injusticias que alimentan conflictos de larga duración».

Haciendo referencia al Concilio Vaticano II, el Santo Padre ha explicado que las raíces de los conflictos bélicos se hunden en último término en «un conflicto más profundo presente en el corazón humano». Por tanto, para resolverlos ha considerado imprescindible «sensibilidad hacia los demás» y un compromiso por el bien común. «Los conflictos no se resuelven solos, se sale de ellos con otros», ha matizado.

Al final de su discurso, ha encargado a los legisladores ser «testigos de esperanza» para las nuevas generaciones. Y ha terminado señalando que, en un mundo «cansado de las guerras», es crucial renovar el espíritu de cooperación internacional que caracterizó a Europa tras la Segunda Guerra Mundial.