Volver la mirada a los ancianos solos - Alfa y Omega

Este domingo la Iglesia celebra la IV Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores, para la que el Papa nos regala el lema: En la vejez no me abandones. Es una voz que resuena frente al abandono y la soledad que aflige a tantas personas, con frecuencia víctimas de la destrucción de los vínculos sociales, generacionales, familiares. La soledad se ha convertido en una de las plagas de nuestra sociedad; la padecen los jóvenes, los adultos, los esposos; en una sociedad desarraigada e insatisfecha porque no encuentra el sentido de la vida, se ha instalado el individualismo y con él la soledad como compañera en este viaje triste y amargo en el que nos embarcamos.

El Papa pone el foco en esta soledad que los abuelos y los ancianos padecen de un modo muy especial. Son víctimas de una cultura economicista que no valora lo que no es rentable; una sociedad que no quiere «perder su tiempo» en acompañar y escuchar a los ancianos porque no es rentable. Nuestras residencias de ancianos son testigos de las pocas visitas que reciben muchos de sus residentes; los han «depositado» allí para que otros les cuiden y casi se olvidan de ellos. 

Esta Jornada Mundial de los Ancianos y los Mayores debe ser, para toda la sociedad y la comunidad eclesial, una llamada de Dios a construir espacios nuevos de encuentro intergeneracional, de acogida y escucha para los mayores. Nuevos espacios para darles la seguridad y explicarles que nos hacemos conscientes de lo mucho que podemos recibir de ellos; de que siguen siendo importantes y necesarios en las familias y en la Iglesia, que pueden aportar su madura sabiduría acumulada. Son una voz profética ante una sociedad sedada en la ensoñación de actitudes individualistas. Un entorno que ha escamoteado el valor del paso del «yo» al «nosotros», y ha desterrado «el pasado», que es la memoria de lo que estos ancianos han aportado al bienestar del «presente» que todos disfrutamos. 

Olvidamos que hemos sido creados para «no estar solos», y que hemos sido llamados a hacer este mundo entre todos, configurados a imagen y semejanza de un Dios Trinitario, un Dios amor.