La nueva ley del menor necesita concreción para no ser solo «un gesto»
Aunque eleve de 14 a 16 años la edad para tener una cuenta en redes sociales, sin un sistema de verificación de edad efectivo los adolescentes podrán trampearla
«Antes, nuestros padres podían detectar peligro para nosotros porque ocurría en el mundo analógico. Ahora, el delito contra tu hijo o el que él mismo comete suceden dentro de tu casa, pero no te estás enterando», cuenta a Alfa y Omega Reyes Martel, jueza de menores en Las Palmas de Gran Canaria. Martel se muestra a favor del anteproyecto de ley para la protección de menores en entornos digitales que el Gobierno presentó el 28 de mayo porque «había un vacío legal», pero pide medidas más específicas para que no se quede «en un gesto».
La norma, que aún deberá pasar por el Congreso, elevará de 14 a 16 años la edad para que un chaval se abra una cuenta en redes sociales sin autorización paterna. Martel recalca que «lo realmente importante es que se establezca un sistema de verificación de edad» efectivo. Pese a las prohibiciones, basta con que un niño de 8 años le reste diez a su año de nacimiento para «abrirse un perfil o ver el contenido que quiera»; también pornográfico, pues a esa edad, según la OMS, muchos menores inician su consumo.
José Martín Aguado, profesor y miembro del equipo de Empantallados, una asociación que recorre los colegios formando en el uso responsable de las tecnologías, considera que las nuevas medidas «son muy interesantes», pues «los padres y educadores llevamos años pidiendo que el ámbito legal tomara cartas en el asunto». Para que la ley no se quede en papel mojado, propone adoptar «sistemas de reconocimiento facial que ya se están implementando en Reino Unido» y que, de aplicarse efectivamente, «cada vez que un menor entre con el móvil en una aplicación de riesgo, será su cámara la que reconozca su edad». Señala que actualmente «hay reconocimientos faciales con un margen de error de un año» y que, «o hacemos algo de este estilo, o la verificación no será creíble». En España, el diseño de estos sistemas dependerá del Ministerio de Transformación Digital y la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.
Como barrera adicional, la norma obligará a los nuevos dispositivos a incluir herramientas de control parental. La jueza de menores pide que, del mismo modo que «existe un certificado electrónico para presentar la declaración de la renta», para abrir un perfil en una red social se pida una autorización paterna similar. O, igual que le llega al móvil un SMS con los movimientos de la tarjeta de su hijo, que «si entra a una página en la que no debe, se notifique a los padres».
La tómbola de las lootboxes
Otro de los riesgos que esta ley regulará será el de las lootboxes, vetadas a menores si la norma se aprueba. Se trata de contenidos especiales que pueden comprarse con dinero real en los videojuegos. Los usuarios pueden acceder a una caja misteriosa con una interrogación. A veces toca una mera pegatina virtual y otras una potentísima arma para el juego, que elevará las pulsaciones del menor con solo verla. Con estas herramientas, los diseñadores «están utilizando la psique humana para hacer los videojuegos más adictivos», advierte José Martín. Citando al psicólogo Burrhus Frederic Skinner, quien experimentó con ratas los sistemas de recompensa variable intermitente, denuncia que estas cajas «son prácticamente tragaperras».
Este profesor de Geografía e Historia elogia el esfuerzo por cerrar la veda a «un negocio que mueve tanto dinero como el de los videojuegos». «Muchas leyes no han salido adelante por intereses económicos, pero lo que nos debería preocupar es la salud de los ciudadanos», sentencia. Eso sí, pese a la ley, con 18 años los jóvenes podrán comprar igualmente estas cajas a pesar de que «a cualquier edad te puedes volver un ludópata». Así, según la Asociación Aragonesa de Jugadores de Azar en Rehabilitación, un 12 % de los jóvenes entre 18 y 25 años presentan ya síntomas de adicción al juego online.
La futura ley para la protección del menor penará también los deepfakes, es decir, la fabricación de imágenes de otros con inteligencia artificial. En septiembre de 2023 esta técnica ocupó decenas de titulares cuando en un instituto de Almendralejo algunos alumnos desnudaron de esa manera a sus compañeras. Mientras José Martín agradece que se aborde este tipo de abuso, Reyes Martel advierte de que el castigo siempre llegará tarde respecto a la prevención, y pide a los padres «hacer un esfuerzo» por estar presentes en la vida digital de sus hijos. «La educación comienza en casa», alega.
Para conocer lo que hay, y aunque su hijo «se ría y me dé muchas instrucciones», Martel está aprendiendo con él a jugar al Call of Duty, un famoso videojuego de disparos. «No se trata solo de sentarnos a hablar, no nos van a contar nada si no nos metemos en su mundo y, si nos asomamos a esa ventana, es cuando vamos a vislumbrar los peligros».