Acabar con la prostitución debería ser una prioridad - Alfa y Omega

Acabar con la prostitución debería ser una prioridad

Resultan descorazonadoras la falta de apoyo de los conservadores y las ironías sobre el neopuritanismo de la izquierda

Alfa y Omega

Ninguna opción política en España está dispuesta a tomar las medidas necesarias para abolir la prostitución. Es la triste conclusión que se desprende de las palabras en estas páginas de María José Barahona, experta en esta cuestión. La fracasada propuesta del PSOE, que se anunciaba como un paso en este sentido, incluía dos ingredientes importantes, la lucha contra el proxenetismo y castigar el pago por sexo. Pero le faltaba un ingrediente fundamental: alternativas para las mujeres prostituidas. Aun así, resulta decepcionante la falta de apoyo de los partidos conservadores, ya sea por cálculo político o a la espera de una propuesta consensuada por los dos grandes partidos. Son igualmente irritantes algunas reacciones ante iniciativas en este sentido, ironizando sobre el neopuritanismo de la izquierda.

Aunque tenga un punto de inalcanzable —por eso del «oficio más antiguo del mundo» y porque nunca se podrán eliminar del todo ciertos males—, acercarse lo más posible al fin de la prostitución debería ser prioritario para todos, y en especial para quien se rija por el humanismo cristiano. No por moralismo, sino por respeto a la dignidad y los derechos de estas mujeres. Incluso en el muy hipotético caso —que Barahona niega— de que hubieran elegido libremente este camino.

Son por tanto inquietantes sus palabras sobre los «intereses y compromisos que impiden a los políticos apostar del todo» por esta causa. Más allá del chascarrillo fácil sobre la naturaleza de algunos de esos intereses, lo cierto es que las investigaciones de esta experta apuntan a que detrás del aumento de la prostitución en nuestro país está la influencia de los clientes y proxenetas. Luego están los que miran hacia a otro lado, los que callan y los que se oponen a las medidas abolicionistas cuando vienen con las siglas equivocadas. Así se constata que, salvo honrosas excepciones, muchas en la Iglesia, toda la sociedad da la espalda y contribuye a la opresión de las prostitutas.