El Papa pide a la Iglesia explorar «caminos y senderos abiertos» en China
Francisco lanza un mensaje de unidad en el congreso en la Universidad Urbaniana con el título 100 años del Concilio Chino: entre historia y presente, en el que también participa el obispo de Shanghái, Joseph Shen Bin
Cuando desembarcó en China en 1922, como primer delegado apostólico de la Santa Sede, Celso Constantini no quiso vivir en los burgueses barrios occidentales. Si iba a visitar a las autoridades chinas, lo hacía sin la compañía incómoda de los representantes consulares europeos. También contrató como secretario a un sacerdote chino; y, un año más tarde, nombró a los dos primeros prefectos apostólicos locales que fueron los únicos de un total de 50 clérigos que participaron en el primer y único concilio de la Iglesia católica china, que tuvo lugar en Shanghái entre mayo y junio de 1924, hace exactamente 100 años.
El Papa ha encomiado la labor de Constantini en la «comunión entre la Santa Sede y la Iglesia en China» al aplicar «una perspectiva verdaderamente misionera a la situación concreta». El obispo italiano usó como brújula las enseñanzas de la Maximum illud, la carta apostólica sobre las misiones publicada en 1919 por el Papa Benedicto XV, y se limitó a repetir que la misión de la Iglesia era «evangelizar, no colonizar».
En su discurso de apertura del congreso en la Universidad Urbaniana con el título 100 años del Concilio Chino: entre historia y presente, en el que también participa el obispo de Shanghái, Joseph Shen Bin, el Pontífice ha destacado que esa reunión eclesial fue un «importante paso en el camino de la Iglesia católica en el gran país que es China». En Shanghái, hace 100 años, los padres reunidos en el Concilium Sinense (Concilio Chino) vivieron una experiencia «auténticamente sinodal y tomaron decisiones importantes juntos». El Espíritu Santo los reunió, hizo crecer la armonía entre ellos, los condujo por «caminos que muchos de ellos no habrían imaginado, superando perplejidades y resistencias» tras las huellas de grandes misioneros como el padre Matteo Ricci, llamado allí Li Madou.
El Papa ha destacado que el Concilio de Shanghái no solo sirvió para hacer «caer en el olvido planteamientos erróneos» que habían prevalecido en épocas anteriores. «No se trataba de “cambiar de estrategia”, sino de seguir caminos más acordes con la naturaleza de la Iglesia y su misión, confiando solo en la gracia de Cristo mismo, y en su atracción», ha asegurado tras señalar que el futuro los participantes de esa reunión centenaria es el presente de la Iglesia en China.
Tiempo de prueba
Francisco no ha nombrado directamente las dificultades que viven los católicos bajo el brazo de hierro del régimen comunista, pero ha hablado de forma general de «tiempos de paciencia y de prueba». Así ha remachado que «los católicos chinos, en comunión con el Obispo de Roma, caminan en el tiempo presente».
«El camino de la Iglesia a lo largo de la historia ha pasado y pasa por senderos imprevistos, atravesando también tiempos de paciencia y de prueba. El Señor en China ha guardado la fe del pueblo de Dios a lo largo del camino. Y la fe del pueblo de Dios ha sido la brújula que ha mostrado el camino a lo largo de todo este tiempo, antes y después del Concilio de Shanghái, hasta hoy», ha incidido el Papa.
Además, ha reivindicado que con el testimonio de su fe y con sus obras de misericordia y de caridad «contribuyen efectivamente a la armonía de la convivencia social, a la construcción de la casa común». «Quienes siguen a Jesús aman la paz, y están junto a todos los que trabajan por la paz, en un tiempo en el que vemos actuar fuerzas inhumanas que parecen querer acelerar el fin del mundo», ha manifestado.
Finalmente ha pedido mirar directamente al Concilio de Shanghai porque puede «sugerir a toda la Iglesia de hoy nuevos caminos y senderos abiertos que recorrer con audacia para anunciar y testimoniar el Evangelio en el presente».
«Todos juntos encomendamos a María, Auxilio de los Cristianos, a nuestros hermanos y hermanas en la fe que están en China, a todo el pueblo chino y a todo nuestro pobre mundo, pidiéndole su intercesión, para que la paz siempre triunfe por doquier», ha concluido.