El 72 % de los 5.000 cristianos asesinados por su fe el año pasado lo fue en Nigeria
365 millones de cristianos viven en contextos de persecución, afirma el último informe anual de Puertas Abiertas. Los países con persecución extrema han pasado de uno a 13 en diez años
«Mi nombre está en la lista de los más buscados» por los islamistas, relata Saleh, un cristiano de Yemen. «Tienen mi foto, a veces me espían por la calle. Las amenazas son constantes». Su hermano y él lideran una iglesia doméstica protestante. Aunque eran precavidos y se reunían a puerta cerrada, «había gente que venía a espiarnos». A pesar de todo, ellos siguieron con su ministerio y el goteo de conversiones no se detuvo.
Cuando habían formado a un grupo, se trasladaron a otro lugar para bautizarse. «Decidieron que era mejor que yo no los acompañara porque mi rostro había sido expuesto». Sin embargo, a pesar de las precauciones, «los capturaron y encarcelaron». Saleh se sintió tentado de abandonar el país, pero optó por mantenerse escondido en casa. «Voy en secreto a reunirme y orar con mis hermanos», alimentado por los mensajes de apoyo y las oraciones de otros.
Es uno de los testimonios que se ha escuchado este miércoles durante la presentación en Madrid de la Lista Mundial de la Persecución que cada año elabora la organización Puertas Abiertas. Yemen ocupa el quinto lugar de la lista.
Cristianos a través de las ondas
Como ya es habitual, el dudoso honor de encabezarla es de Corea del Norte. «Calculamos que en este país hay aproximadamente 400.000 cristianos», que viven su fe de forma totalmente clandestina, ha explicado en la rueda de prensa Ted Blake, director de Puertas Abiertas España. Su único contacto con el cristianismo es, tal vez, la emisora de radio que Puertas Abiertas opera desde fuera de sus fronteras. Pero simplemente escucharla ya es arriesgado, pues poseer una radio es delito.
Además de estos dos países, otros once presentan niveles de persecución religiosa extrema contra los cristianos: Somalia, Libia, Eritrea, Nigeria, Pakistán, Sudán, Irán, Afganistán, la India, Siria y Arabia Saudí. El resto de la lista, hasta 50, con países con niveles de persecución muy altos. En total, 365 millones de cristianos, uno de cada siete, viven en un contexto de persecución. En África son uno de cada cinco y, en Asia, dos de cada cinco.
«Cada año vemos un aumento en la persecución y este año no es diferente», ha asegurado Blake. Si en 2014 solo Corea del Norte entraba claramente en niveles de persecución extrema, hoy son 13 naciones. «El año pasado 75 países superaban los 41 puntos que indican un nivel de persecución al menos alto. Este año, son 78»; aunque la lista solo se fije en los 50 más graves.
10.000 iglesias cerradas en China
Uno de los principales hechos que contribuyó a agravar la persecución en el periodo analizado —entre octubre de 2022 y septiembre de 2023— fue el cierre de unas 10.000 iglesias en China. La cifra de templos cerrados en todo el mundo pasó de 2.110 a 14.766, multiplicándose por siete.
Blake ha explicado que se trata de las llamadas «iglesias en casas», pero que algunas «podían tener 1.000 personas». Por ello, en realidad alquilaban cines o espacios de oficinas. «El Gobierno lo ha prohibido y tienen que volver a las reuniones clandestinas en las casas». Esto supone un problema añadido, pues no hay suficientes líderes para tantos grupos más pequeños.
Otra parte del aumento de ataques a iglesias se debe a la situación en la India, por ejemplo debido a los disturbios anticristianos en la región nororiental de Manipur. En el conjunto del país, en el periodo analizado fueron atacadas —no simplemente cerradas, como en China— más de 2.000 iglesias.
Aprovechando la guerra
África subsahariana sigue siendo un foco de preocupación. En particular, Nigeria, país donde vivía el 72 % de los 4.998 cristianos asesinados en el mundo entre octubre de 2022 y septiembre de 2023. «Hemos estudiado el número de incidentes violentos y cuántos eran contra musulmanes y cuántos contra cristianos», ha explicado el director de Puertas Abiertas España.
El resultado es que, en comparación con la población de cada religión en esos lugares, «la proporción de actos violentos contra cristianos es de casi diez a uno». Esto debería llevar a que Estados Unidos volviera a incluir a Nigeria en su lista negra de «países de particular preocupación» en lo que se refiere a la libertad religiosa.
- 4.998 cristianos asesinados. El 80 % de ellos en África y, de ellos, el 90 % en Nigeria.
- 3.329 encarcelados sin juicio
- 3.906 secuestrados
- 42.849 apaleados o amenazados, un 40 % más que en el informe anterior.
- 3.231 víctimas de violencia sexual.
- 278.716 expulsados de sus hogares, sobre todo en África subsahariana
- 21.431 hogares atacados, casi cinco veces más que un año antes.
Pero no es el único país africano con problemas. Blake ha descrito una dinámica preocupante de los últimos años: «Cuando los gobiernos se desestabilizan, los grupos violentos lo aprovechan para ejercer violencia contra los cristianos». Así ha ocurrido por ejemplo en Sudán desde el estallido de la guerra civil en abril pasado. «Cuando los rebeldes entran en la iglesia y la ocupan es una agresión al cristianismo. Cuando van en busca de cristianos para asesinarlos no es consecuencia de la guerra».
Por ello, una de las recomendaciones que se incluye en la lista es «que los países de Occidente hagan más» por ayudar a los países a recuperar su estabilidad. «Esto ayuda a reducir la posibilidad de la persecución».
Católicos de Nicaragua
Un país que está viviendo un ascenso meteórico de la persecución es Nicaragua, que hasta el año pasado estaba fuera de la lista. En el informe de 2023 entró en el puesto 50, y este año ha subido al 30. Además, destaca porque si bien «generalmente la persecución suele ser más intensa hacia los protestantes que hacia otras ramas del cristianismo, en Nicaragua el catolicismo es el que está siendo más atacado».
El índice de persecución en cada país se calcula sobre 100 puntos, en función de seis elementos: la violencia física —asesinatos, ataques a iglesias, secuestros—, la falta de libertad en la vida privada, en la vida familiar —presiones domésticas en caso de conversión, por ejemplo—, en la vida comunitaria —represalias en los servicios o por parte de vecinos o allegados—, en la vida nacional —leyes— y en la vida eclesial —si hay posibilidad de reunirse, celebrar y formar a los cristianos—.