Ucrania celebra la Navidad con el resto del mundo
Los ucranianos festejaron la Natividad el día 25 y no en la fecha del Patriarcado de Moscú para «crecer en unidad», explica el obispo Ryabukha
«Para el pueblo ucraniano esta Navidad es un momento muy tierno porque tenemos hambre de bondad, paz y serenidad», cuenta a Alfa y Omega Maksim Ryabukha, obispo auxiliar de Donetsk. Este año es la primera vez en 100 años que su exarcado y el resto del país celebraron el Nacimiento de Cristo el 25 de diciembre en vez del 7 de enero, lo que sitúa los festejos en la misma fecha que la Iglesia católica romana y otras Iglesias orientales. También en un día diferente al del Patriarcado ortodoxo de Moscú, con quien compartían el calendario juliano hasta ahora. «Hemos visto oportuno sentirnos una parte integral del mundo en el que vivimos», añade el obispo grecocatólico.
Tras la promulgación de este cambio durante el mes de julio por parte del Gobierno de Volodímir Zelenski, Ucrania recupera la fecha navideña que mantenía antes de la ocupación soviética del país en 1921. Según Ryabukha, la decisión «ha regularizado la vida eclesial con la civil». Pide no interpretar la nueva norma con una mirada belicista: «Creo que el pueblo ucraniano tiene derecho a desarrollarse igual que lo hacen los niños y dejar de vivir en dos mundos y con dos tiempos diferentes. Aunque tenga resonancias políticas», la decisión busca «crecer en la unidad», matiza.
El obispo auxiliar de Donetsk subraya que Ucrania no ha adoptado el calendario gregoriano típico de Roma sino el calendario juliano revisado, el que tienen como referencia las Iglesias orientales y según el cual no se celebra la Pascua a la vez que los latinos. «Para nosotros la Resurrección marca el inicio del año litúrgico, las lecturas comienzan a partir de allí», aclara. Y subraya que, gracias al cambio, «ahora todo es nuevo. Estamos acostumbrados a hacer las cosas como siempre y esta novedad nos empuja a redescubrir los santos de cada día», pues ha cambiado el lugar de todos en el calendario. El ejemplo más reciente es san Nicolás, que visitó a los niños el pasado 6 de diciembre, a diferencia del típico día 19, y les dejó regalos en sus refugios.
Maksim Ryabukha recuerda que aquel día estuvo en una comunidad de frontera —que prefiere no nombrar—, donde la guerra ha golpeado muy fuerte a los pequeños. «Hemos visto el miedo que tienen a cualquiera a su alrededor porque su vida sucede bajo el búnker. Llevarán este trauma toda la vida. Cuando lo pienso, me hace llorar». En el contexto actual, en el que parte del territorio de su exarcado está en las zonas ocupadas por el Ejército ruso, que ha prohibido la actividad de la Iglesia grecocatólica —como ya relató a Alfa y Omega recientemente—, el obispo ha vivido estos días de celebraciones «muy apenado por que esto suceda en un contexto en el que todos somos cristianos». Se consuela recordando que hay otras comunidades que el año pasado no pudieron tener celebraciones nocturnas en Nochebuena por el riesgo de sufrir bombardeos pero que este año sí han podido hacerlo, al estar en una situación más segura. «Tenemos una tradición en la que, después de la liturgia solemne, se pasa casa por casa y los niños llevan la noticia de que Dios ha nacido a todas las familias y a los ancianos o personas con discapacidad que no han podido ir a la iglesia», recalca. «Escuchar los villancicos ayuda a la unidad de los fieles» y «sentir a Jesús cerca nos cura a todos».
Navidad en la diáspora
Una comunidad grecocatólica ucraniana que sí se ha acogido al calendario gregoriano es la emigrada a Italia. Marco Yaroslav Semehen, rector de la romana basílica de Santa Sofía, explica que antes del cambio «era imposible celebrar Navidad porque caía el 7 de enero, la gente trabajaba y no había espíritu de fiesta». Llevan ya año y medio con el nuevo calendario, por lo que en 2022 no celebraron el Nacimiento de Jesús en las mismas fechas de sus compatriotas. Esta vez sí han podido. «Así se crea unanimidad y armonía entre las familias ucranianas».
En su país natal la costumbre es cenar en Nochebuena doce platos típicos sin carne y sin leche. Pensando en los feligreses que trabajan y en la cincuentena de personas sin hogar que atiende la basílica, el rector y sus colaboradores prepararon 180 paquetes con algunas de estas recetas que «hemos distribuido también a las familias de refugiados». Los de mayor éxito, la kutia, elaborada con grano cocido, nueces y miel, y la pampushka, un dulce elaborado con pasta frita y mermelada. Dos pequeños platos tradicionales que han hecho sentirse en casa a quienes tuvieron que abandonarla por miedo a las bombas.
Durante la Misa de Nochebuena en el Vaticano, el Papa pronunció en su homilía que «nuestro corazón esta noche está en Belén, donde el Príncipe de la Paz sigue siendo rechazado por la lógica perdedora de la guerra, con el rugir de las armas que también hoy le impiden encontrar una posada en el mundo».
Al día siguiente, en la festividad de Navidad, se asomó a la logia central de la basílica de San Pedro para impartir la bendición urbi et orbi sobre Roma y el mundo entero. Denunció que la gente «no quiere armas sino pan» y volvió a mencionar Belén, «donde en estos días reinan el dolor y el silencio».
Belén en los discursos del Papa:
• «Dios desea tanto abrazar nuestra existencia que, siendo infinito, por nosotros se hace finito. Este es el asombro de la Navidad».
• «Que cesen las operaciones militares, con sus dramáticas consecuencias de víctimas civiles, y que se remedie la situación humanitaria».
• «Si el hombre, cuyo corazón es inestable y está herido, encuentra instrumentos de muerte entre sus manos, antes o después los usará».