Si no estás - Alfa y Omega

El debate sobre Si no estás lo trajeron a mi casa Berni y Carlota. Desde su boda hace un año tenemos la necesidad de seguir celebrando. Al acabar la cena escuchamos la canción un número indecible de veces, pero no llegamos a una conclusión definitiva sobre su sentido. Y es bueno que así sea, con independencia de la explicación de su autor.

Algunos periodistas han sacado toda su ignorancia a pasear con tal de ensombrecer el logro de este joven por sus conexiones con el mundo religioso. En esa fijación han demostrado su incultura no solo religiosa —se ha hecho de santa Teresa de Calcuta una salmista— sino humana. Todo el mecenazgo del mundo no alcanza a explicar el calado de este éxito. Precisamente, es muy probable que sea su jugosa mezcla de lo afectivo y lo religioso la causante de su efecto universal. En la experiencia del amor ese maridaje es indisociable.

Pues el amor es uno solo. Es un amor ardiente el que urge la búsqueda religiosa de san Juan de la Cruz o de santa Teresa de Jesús. Y la esposa es la imagen preferida de Dios para hablar de su pueblo. Pero es también la búsqueda de lo absoluto en el amor humano lo que abrasa en cada poema amoroso. Es el mismo amor el que lleva a Dante a atravesar el infierno y el purgatorio para llegar al cielo con el único propósito de ver a Beatriz, quien con la simplicidad de un verso dirige la mirada del poeta a Dios. Es imposible no percibir una antorcha del sentido de la vida cuando somos amados. Porque la única verdad que alcanza a hacer razonable la vida es el Amor. Por eso, cuando solo nos quedan las canciones, es normal asociar la pérdida de la amada con el ocaso de Dios y el abandono de Dios con la ausencia de la amada. No es posible vivir el amor despojado de veneración, temor, piedad y gratitud. Es imposible vivir el amor sin intuir y suplicar la existencia de un Dios sonriente. Es imposible conjugar el amor en otro tiempo verbal que el sempiterno, contra la muerte y la nada.

La fe en el amor exige la fe en el milagro de la existencia de la amada y del amor que nos profesa. Siempre amamos por encima de sus posibilidades humanas. Por eso, solo es posible dejar de echar de menos a Dios cuando se está dispuesto a no añorar a la amada. Y eso es lo único que quise explicar a Berni y Carlota: que no hay amor sin el Amor, y tampoco para nosotros Amor sin el amor. Quizá, por eso, sea el amor la más alta profecía de Dios.