Primera carta pastoral de José Cobo: «Abriéndonos a un nuevo comienzo»
El arzobispo de Madrid marca las líneas pastorales: vocación bautismal, vida de las parroquias, escuchar la Palabra de Dios y mirar con misericordia
Con el título Abriéndonos a un nuevo comienzo, el arzobispo de Madrid, José Cobo, se dirige por primera vez a los fieles de la diócesis para establecer las líneas programáticas. «No se trata de definir acciones ni tareas concretas —expresa—, sino que nos planteemos actitudes del corazón» que, con el tiempo, han de servir para establecer los planes específicos a lo largo del pontificado.
En la carta de presentación, subraya que en ella pretende destacar algunas «pistas para la oración y para favorecer el diálogo»; «guías», dice, que pongan a la Iglesia que camina en Madrid a la escucha de lo que nos pide.
Los nuevos comienzos son una de las ideas más repetidas por el arzobispo en su mensaje, «un comienzo que se apoya en comienzos que otros han sembrado antes». El primer objetivo que propone el documento es la «escucha de la Palabra de Dios», para lo cual toma las lecturas que se leyeron en la Misa de inicio de su ministerio pastoral, el pasado 8 de julio, y que sirvieron, durante la homilía, para presentar algunas de las líneas pastorales que Cobo ha mostrado interés en desarrollar en los próximos años. «Espero que puedan servir para iluminar este nuevo arranque en la vida diocesana». «Propongo dejar que suenen estos textos para que los podáis orar y compartir juntos en comunidad», pedía, al tiempo que invitaba a leerlos en clave diocesana.
Cobo establece cuatro ejes pastorales que servirán para esta «nueva etapa». El primero, «ahondar en la vocación bautismal», profundizando en las llamadas de Dios a todos los cristianos, «especialmente la laical», una llamada a «redescubrir la vocación a la que hemos sido convocados».
La segunda línea es «potenciar la vida y dinamismo de las parroquias y comunidades cristianas», poniendo especial ímpetu en las «más débiles» y acentuando el sentimiento de diócesis: «Nuestro puesto es ser testigos de la voz de Cristo. No ser fragmentarios, sino comunitarios». Para ello, el arzobispo anima a vivir en sintonía con el proceso sinodal que comienza el próximo 4 de octubre. «Caminar en diocesaneidad es abrirnos a la docilidad de que sea el Espíritu quien armonice nuestra diversidad», apunta, al tiempo que hace un llamamiento: «Reavivemos nuestra conciencia diocesana, inserta en la vida de la Iglesia universal».
La tercera línea o eje pastoral es «ahondar en la escucha de la Palabra de Dios», para reconocer el paso de Dios en nuestra sociedad y poder señalarlo. «Necesitamos notarios de la presencia de Cristo», dice el arzobispo, que añade que el objetivo no puede ser presumir de datos, números, etc., sino «entregarnos con toda pasión al anuncio de la alegría del Evangelio».
La cuarta y última línea que propone es mirar a la sociedad «como misión a la que Dios nos convoca desde la misericordia». Por eso, incide, hay que seguir trabajando por el bien común, creando alianzas y huyendo de la polarización. «Nuestra Iglesia quiere mirar a nuestra sociedad madrileña».
«Como obispo que también comienza una nueva etapa —concluye— quiero incorporar mi voz a la de toda la Iglesia portando esta responsabilidad como servicio al Pueblo de Dios». Y pide a los madrileños que este momento sea «conscientemente apoyado entre unos y otros».