Ya lo dije en otra ocasión y lo repito. Hacer una reseña de un libro de Ratzinger / Benedicto XVI es un atrevimiento, aunque estos artículos no formen parte del magisterio de un Papa y, como no puede ser de otra manera, estén abiertos al debate teológico. Y esto, como diré más adelante, es uno de los grandes méritos de este libro.
Creo que se podría resumir el contenido y las principales características de este libro póstumo de Benedicto XVI diciendo que la idea esencial que recorre el conjunto de artículos es el cristianismo en la historia. Es verdad que la Iglesia tiene su origen en Cristo, pero el cristianismo como plenitud de la revelación estaba ya presente en los orígenes del mundo. Es por esto por lo que me parece una cuestión clave cómo Benedicto XVI desmonta la «teoría del reemplazo» y muestra la continuidad entre Israel y la Iglesia, entre judaísmo y cristianismo.
No hubo solución de continuidad entre uno y otro, sino que todo estaba en el plan de salvación pensado por Dios desde antes de la creación del mundo, parafraseando a san Pablo en los primeros versículos de la carta a los efesios. Y al tiempo que hay continuidad, el cristianismo trasciende y perfecciona la esperanza mesiánica del pueblo de Israel. «Los cristianos —escribe Benedicto XVI—, se conciben como verdaderos descendientes de Abraham […]. Dado que son un pueblo entre otros pueblos, no esperan ningún territorio concreto en este mundo, […] saben que su verdadera ciudad, su verdadero país, al que se dirigen, está aún por llegar».
Benedicto XVI a lo largo de estas páginas obliga a pensar. Una vez más la razón y la fe entran en un fecundo diálogo que hace del cristianismo una religión capaz de dar respuestas auténticas, que contiene una verdad que es accesible a cualquiera que vive con sencillez de corazón y busca certezas en un mundo de arenas movedizas. En este libro se pone de manifiesto algo que, con perdón, más de uno está empeñado en negar, y es la continuidad de magisterio entre el Papa Benedicto XVI y el Papa Francisco. Y al igual que decía antes que no hubo solución de continuidad entre el judaísmo y el cristianismo, tampoco la hay entre un Papa y otro. Esto aparece claro cuando Benedicto XVI habla de la misericordia o sobre san José. En este sentido, me parece especialmente relevante lo que afirma sobre su sucesor: «El Papa Francisco está totalmente de acuerdo con esta línea. Su práctica pastoral se expresa precisamente en el hecho de que nos habla continuamente de la misericordia de Dios. Es la misericordia la que nos lleva hacia Dios, mientras que la justicia nos asusta con su presencia».
Este conjunto de artículos preparados por el teólogo Elio Guerrero se presenta con el título Qué es el cristianismo. Si quisiéramos responder a esta pregunta indirecta a la luz de este testamento espiritual de Benedicto XVI, tendríamos que decir que es la presencia del mismo Dios que se ha hecho hombre en Jesucristo y que actúa con la fuerza del Espíritu Santo a lo largo de la historia. Es «un contacto profundamente personal con Dios» por el que «yo mismo me veo abierto, arrancado de mi cerrada soledad y acogido en la comunidad viviente de la Iglesia», en palabras del propio Ratzinger.
Así pues, el testamento espiritual que Benedicto XVI ha dejado nos introduce en la profundidad de un pensamiento iluminado por la fe que obliga a la reflexión profunda y meditada de cuestiones teológicas fundamentales para el cristianismo, invita al diálogo sobre la base de la verdad y de una fe que busca ser comprendida y nos muestra que «la fe cristiana no es una idea, sino una vida».
Benedicto XVI
La Esfera de los Libros
2023
264
20,90 €