Georg Gänswein en Alemania: «Ya veremos lo que tengo que hacer»
El arzobispo alemán no se pronuncia sobre sus nuevas responsabilidades en la diócesis de Friburgo. «De momento los vecinos me conocen mejor que yo a ellos, ya veremos lo que tengo que hacer», cuenta al Corriere della Sera
Georg Gänswein, quien fue secretario personal de Benedicto XVI y prefecto de la Casa Pontificia, vuelve a Friburgo, la que fue su diócesis antes de instalarse en Roma. «En los próximos días veré al arzobispo Stephan Burger», cuenta al Corriere della Sera. Cumple así la voluntad del Papa, quien le pidió abandonar el Vaticano el 1 de julio.
De momento no hay información sobre sus próximos pasos. Preguntado por el periodista italiano Fulvio Fiano, el exsecretario de Benedicto XVI bromea con ser «un dolor de cabeza» por los imprevistos que genera su nuevo destino. Hasta ahora la diócesis no ha lanzado ningún comunicado (ni confirmado su residencia en la ciudad, aunque los periodistas sí) y es la primera vez que Gänswein, quien lleva ya varios días en la ciudad, habla con la prensa.
El Corriere della Sera revela que el arzobispo alemán vive ahora en un apartamento de 150 metros cuadrados en la institución religiosa Collegium Borromaenumt. Entrevistado allí, declara que «Friburgo es bonito», que estudió allí hace 40 años y que se encontrará a gusto en esta ciudad «con un vino excelente, mejor que el italiano». No se pronuncia sobre si tendrá responsabilidades en la pastoral de esta diócesis con casi cinco millones de habitantes y dos millones de bautizados. «De momento los vecinos me conocen mejor que yo a ellos, ya veremos lo que tengo que hacer».
Vuelta a Alemania tras 28 años en el Vaticano
El Papa encargó a Georg Gänswein volver a Alemania tras la muerte de Benedicto XVI. Antes había pasado 28 años en el Vaticano. En la semana de la muerte de Joseph Ratzinger publicó el libro Nada más que la verdad. Mi vida al lado de Benedicto XVI. En él realizaba un relato tierno de los últimos días del Papa emérito, aunque también incluía alguna crítica a Francisco. Entre otros temas, narraba cómo el motu proprio Traditionis custodes «rompió el corazón» de Ratzinger, quien temía que la limitación en el uso de la Misa en rito extraordinario alimentara cierta división en la Iglesia.
El libro también incluía otros episodios amargos como la progresiva pérdida de funciones como prefecto de la Casa Pontificia para, como le pidió Francisco, centrarse en el cuidado de Benedicto XVI y servirle «de escudo».