Francisco pide que las críticas «me las hagan a la cara»

Francisco pide que las críticas se las «hagan a la cara»

En su primera entrevista tras la muerte de Benedicto XVI y la oleada de ataques contra él, también ha calificado el Camino Sinodal alemán de «elitista»

María Martínez López
Francisco y cardenal Zen
Francisco saluda al cardenal Zen tras el funeral de Benedicto XVI. Foto: Twitter @CardJosephZen

«Lo único que pido es que» las críticas «me las hagan en la cara, porque así crecemos todos, ¿no?». Francisco ha respondido así a la oleada de críticas que se han vertido contra él desde algunos sectores de la Iglesia a raíz de la muerte del Papa emérito Benedicto XVI. En una entrevista concedida el martes a la agencia AP, asegura que «no lo relacionaría con Benedicto».

Según él, la causa más bien es «el desgaste del gobierno de diez años». Su elección fue recibida primero con «sorpresa» por la designación de un Papa sudamericano, dijo. Después llegó la incomodidad «cuando empiezan a ver los defectos que yo tengo, (…) no les gusta».

En las últimas semanas, personas del entorno de Benedicto XVI como su secretario, Georg Gänswein, o el prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, han hecho públicos sendos libros que incluyen críticas al pontificado de Francisco. Gänswein también hizo declaraciones en este sentido incluso antes del entierro del Papa alemán. En este contexto, AP se hace eco de los análisis que afirman que con Ratzinger puede haber desaparecido un elemento de contención a estas voces.

«He perdido a un padre»

Benedicto XVI era, en palabras de su sucesor, «un caballero». Más aún, en él «he perdido a un padre. Para mí era una seguridad. Ante una duda, pedía el coche, iba al monasterio y preguntaba». Era también «un buen compañero».

En cuanto a su propio estado, afirma que «estoy bien de salud. Por la edad que tengo, estoy normal. Puedo morir mañana, pero vamos, está controlado», ha asegurado. «Yo siempre pido la gracia, que el Señor me dé el sentido del humor», añadía. Sobre las especulaciones acerca de si la muerte de Benedicto abre el camino a su propia renuncia o la haría más fácil en el futuro, apunta que «después de alguna experiencia más, ahí se podría regularizar más o reglamentar más». «Pero por el momento no se me ocurrió».

El Camino Sinodal alemán, elitista

En la entrevista, el Santo Padre se muestra también crítico con el Camino Sinodal alemán. Esta semana, se ha dado a conocer una carta de la Secretaría de Estado y los dicasterios para la Doctrina de la Fe y para los Obispos afirmando que ni la Conferencia Episcopal Alemana ni el Camino Sinodal tienen capacidad de crear un Consejo Sinodal como órgano de gobierno permanente formado por clérigos y laicos.

«La experiencia alemana no ayuda» al diálogo que necesita la Iglesia y que es bueno, asegura Francisco a AP. «El peligro es que se cuele algo muy, muy ideológico. Cuando la ideología se ve implicada en los procesos eclesiales, el Espíritu Santo se va a casa».

Ante este riesgo, «debemos ser pacientes, dialogar y acompañar a esa gente en el camino sinodal real», el proceso que se está llevando a cabo en toda la Iglesia universal. Frente a esta apuesta, la iniciativa alemana resulta «elitista» porque no implica a «todo el pueblo de Dios». Hay que «ayudar a este itinerario más elitista para que no termine mal sino que se integre en la Iglesia».

Las lágrimas del cardenal Zen

Otro tema por el que Francisco ha recibido críticas de algunos sectores conservadores de la Iglesia es el acuerdo provisional con China para el nombramiento de obispos, suscrito en 2018 y renovado en 2020 y en octubre pasado. En la entrevista, señala que «hay que caminar con paciencia» en China. El diálogo continuado con Pekin es para él la guía en sus esfuerzos por salvaguardar a sus fieles, que son una pequeña minoría en el país asiático.

«Vamos dando pasos», asegura Francisco. «Cada caso» de nombramiento de un obispo «se mira con lupa». Lo principal, añade, es que «no se rompa el diálogo». Las autoridades chinas «a veces son un poco cerradas, a veces no». No ha querido, con todo, responder a cómo afecta este diálogo a la relación del Vaticano con Taiwán, puesto que la Santa Sede es uno de los pocos estados que mantiene lazos diplomáticos con esta pequeña nación en lugar de con el gigante asiático.

Sin embargo, sí se refiere al cardenal Joseph Zen, una de las voces más críticas sobre el acuerdo. Lo describe como «un viejito encantador» y recuerda su reciente visita al Vaticano para el funeral de Benedicto XVI. El Pontífice lo había invitado a su residencia en Casa Santa Marta. Al ver la estatua de Nuestra Señora de She Shan que está ante el estudio privado del Santo Padre, relata este, Zen «se puso a llorar como un niño».

«Ser homosexual no es un delito»

Sin embargo, las declaraciones del Papa que más eco han encontrado en los medios son las relativas a la homosexualidad. En concreto, en contra de las leyes que la criminalizan, y que el Pontífice tacha de «injustas». «Ser homosexual no es un delito», afirma, para aclarar acto seguido que sí «es pecado. Bueno, primero distingamos pecado y delito». Porque, al mismo tiempo, «también es pecado la falta de caridad con el prójimo».

Por ello, asegura que la Iglesia debe trabajar para poner fin a estas leyes que castigan los actos homosexuales. «Tienen que hacerlo», insiste. Es consciente de que en algunos países los obispos apoyan estas normas. «También el obispo tiene un proceso de conversión», responde. Pide «ternura, por favor, ternura, como la tiene Dios con cada uno de nosotros». «Somos todos hijos de Dios y Dios nos quiere como estamos y con la fuerza que luchamos cada uno por nuestra dignidad».

En 2008, el Vaticano declinó firmar una declaración de Naciones Unidas que pedía la despenalización de la homosexualidad, quejándose de que el texto iba más allá del borrador original y también incluía fragmentos problemáticos sobre «orientación sexual» e «identidad de género».

La «costumbre» de tener armas

Por último, en relación con los seis tiroteos que en cuatro días han segado la vida de 24 personas en Estados Unidos —el mayor de ellos el sábado, en el suburbio de Monterey Park, cerca de Los Ángeles, con once víctimas—, Francisco lamenta que el uso de armas por parte de civiles para defenderse se está convirtiendo en «una costumbre».

«Cuando hay que defenderse no queda otra que tener los elementos para defenderse. Otra cosa es cómo esa necesidad de defenderse se va alargando, alargando, y se transforma en una costumbre», dijo Francisco. «En vez de hacer los esfuerzos para ayudarnos a vivir, hacemos el esfuerzo para ayudarnos a matar».