Qué mejor para el verano que un bolsilibro clásico. Damos fe de que la editorial Binomio toma el concepto de su colección de bolsilibros al pie de la letra: este volumen cabe en la palma de la mano y, sin ningún esfuerzo, en cualquier bolsillo. Se trata de una recopilación de cinco textos cortos de Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) que datan de la segunda mitad del siglo XIX y llegan catalogados como cuentos, aunque convendría matizarse alguno como artículo, tal vez no tanto algún otro como leyenda: «Memorias de un pavo», «¡Es raro!», «Un tesoro», «La pereza» y «El aderezo de esmeraldas».
Da título al libro el primero de todos, «Memorias de un pavo», fechado en 1865, que es también el año del nacimiento del segundo hijo del escritor sevillano. Narra la trágica vida de un pavo decimonónico, redicho y bastante existencialista, que acaba trinchado en una mesa de Pascua. Su voz de ultratumba conmueve al mismo auditorio, que no duda en comérselo apenas se ha enjugado la lágrima con el pico de la servilleta, y el autor justifica sarcásticamente tamaña falta de compasión con «la fuerza de la necesidad y la costumbre».
El siguiente relato, «Un tesoro», está protagonizado por dos hombres muy ilusos, don Restituto y su compañero, «un verdadero apóstol de la arqueología», que se afanan mano a mano en una excavación que, desde el principio, pinta muy utópica, al lado del único mesón de un pueblecito. El mesonero, prosaico y con los pies en la tierra, da al traste con todas sus vanas esperanzas de hallazgos y les esclarece, por ejemplo, que es un botón de la casaca de un realista lo que ellos toman por la medalla de oro del rey Asex que le falta a la gran colección numismática de un museo de Londres. También les desengaña en relación al descubrimiento que hacen a golpe de azada de un vaso que resulta ser menos etrusco de lo que parecía. Tal vez los héroes protagonistas sean un trasunto del propio Gustavo Adolfo y su hermano Valeriano durante sus andanzas compartidas por los alrededores del monasterio de Veruela.
«¡Es raro!» constituye la más larga de todas las narraciones. Cuenta la historia de Andrés, acaso el propio sosias del escritor. Es un joven hipersensible y desengañado con el amor, que sufre lo indecible con los padecimientos de los tópicos de un romanticismo que ya toca a su fin entre los coetáneos. Pone de manifiesto la incomodidad de Bécquer con el corsé romántico y su casi modernismo.
Sigue el relato más corto, «La pereza», donde el autor hace escarnio del pecado capital glosándolo como virtud a través de una hilarante oda que es pura ironía. Destacan la frescura y el refinado humor que gasta, a los que pone colofón en «El aderezo de esmeraldas», de 1862, que es también el año de una de sus más aclamadas leyendas, «El rayo de luna», y del nacimiento de su primer hijo. Es una metaficción deliciosa, evocadora del amor cortés, que recrea el ensueño de un joven en torno a una bella dama y a la preciada joya con la que quiere agasajarla. Ella es una musa inalcanzable a la que respeta con veneración y por la que es capaz de batirse en duelo a muerte.
Son todos estos una serie de escritos muy poco conocidos de Bécquer, ante todo, el poeta del amor, al que hemos alzado como nuestro gran posromántico idealizado. El natural encumbramiento lírico a través de su obra mayor le ha dejado ligado a nuestros ojos, prácticamente en exclusiva, a sus famosas Rimas y leyendas, de las que mantiene el tono intimista. Sin embargo, este librito, que no alcanza las 100 páginas, le descubre cierta anticipación simbolista y surrealista y, sobre todo, revela la fuerza de su pluma satírica, que forjó como periodista implicado en la sociedad de su tiempo.
Gustavo Adolfo Bécquer
Binomio
2023
96
7,95 €