Las Iglesias de Europa condenan el envío de armas nucleares a Bielorrusia
La Asamblea General de la Conferencia de Iglesias Europeas ha denunciado «el papel de algunas Iglesias promoviendo este conflicto»
Las iglesias protestantes y ortodoxas de Europa han condenado una vez más «sin reservas» la «invasión ilegal y brutal» de Ucrania por parte de Rusia. Esta guerra ha sido uno de los temas clave en la Asamblea General de la Conferencia de Iglesias Europeas (CEC por sus siglas en inglés), que se celebró en Tallín (Estonia) del 14 al 20 de junio.
«No hay pretexto por el que se pueda justificar política, legal o moralmente la invasión de un país independiente», aseguraron el pasado martes los participantes en el encuentro, en un mensaje dedicado en especial al conflicto ucraniano. Más aún, subrayaron que «las Iglesias, especialmente las que están divididas según su alineación política o regional, contribuyen al conflicto». En vez de ello, deberían ser «agentes de justicia y verdad, y abogadas de la rendición de cuentas y de los derechos humanos».
Durante los días previos, los miembros de la Asamblea General habían tenido ocasión de oír a varios representantes de las Iglesias del país. «Hemos escuchado historias fuertes de injusticia y sufrimiento», afirmaban. Por eso, «lloramos por la incontable pérdida de vidas», por las heridas y los traumas que sufren los supervivientes, y «lloramos con todos los obligados a huir de sus hogares», dejando atrás a sus seres queridos. Al mismo tiempo, aplaudían la labor humanitaria de las Iglesias.
Hacia un conflicto europeo
El mensaje sobre Ucrania también condenaba «la amenaza de las armas nucleares», y los «abusos contra los derechos humanos», que «no se pueden excusar ni siquiera en el contexto de la guerra». «Se deben exigir cuentas a quienes lanzaron esta guerra, quienes le hacen propaganda con mentiras y desinformación, quienes celebran la violencia y el dominio».
También en su mensaje final la Asamblea General abordó esta cuestión, en algunos casos incluso con más dureza. Afirmaba, por ejemplo, su preocupación por «el papel de algunas Iglesias promoviendo este conflicto».
Lamentaba «profundamente», además, al comienzo del despliegue de armamento nuclear táctico en Bielorrusia, que el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció el viernes. El texto calificó este movimiento como «un nuevo capítulo de un potencial conflicto europeo». Y subrayó que en Bielorrusia «la democracia y la misma resistencia no violenta se han visto suprimidas bajo el actual régimen».
Migraciones y ecología
En su último día, la Conferencia de Iglesias Europeas también aprobó sendos mensajes sobre las migraciones y la crisis ecológica. En el primero, rechazaba «el uso creciente de un lenguaje que etiqueta o deshumaniza» a las personas migrantes y refugiadas. Los cristianos deben escuchar «la llamada de Jesucristo a ocuparse del extranjero», pues «nuestros propios intereses están ligados a los de los otros». Por eso, pedía usar el lenguaje de forma imaginativa para «mirar a través de los ojos de quien sufre y ponerse en su lugar».
Por otro lado, el texto dedicado al medio ambiente denunciaba que «el mundo se enfrenta a una crisis que definirá el futuro», causada por «la explotación por parte del hombre de la tierra y sus recursos». La tradición judeocristiana, en cambio, sostiene que «los seres humanos son responsables de la custodia del mundo material» mediante el «dominio, no la dominación».
Presidente experto en trata y jóvenes
La Asamblea General de la CEC contó con ponentes de la talla del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé; y del exprimado de la Iglesia anglicana, Rowan Williams. Ambos desarrollaron en sus intervenciones el tema del encuentro, Bajo la bendición de Dios, dando forma al futuro.
Durante el encuentro, además, se renovó la cúpula de esta institución, que engloba a las Iglesias ortodoxas y las comunidades eclesiales protestantes de Europa. El arzobispo Nikitas de Tiateira y Gran Bretaña, del Patriarcado de Constantinopla, fue elegido presidente. Los nuevos presidentes de la conferencia son Dagmar Winter, obispo anglicano de Huntingdon (Reino Unido), y Frank Kopania, director ejecutivo de Ministerios Globales de la Iglesia evangélica alemana.
El arzobispo Nikitases coordinador del grupo de trabajo sobre Trata de Personas y Esclavitud Moderna del Patriarcado de Constantinopla, y también ha presidido su Comité sobre la Juventud. Por eso, ha subrayado que una de sus prioridades es que la CEC escuche más a los jóvenes. Ante el descenso de fieles, «necesitamos saber lo que piensan y sienten», pues no son el «futuro de la Iglesia, son la realidad de ahora».