Los Nobel de la Paz proponen desde el Vaticano que los países tengan un ministerio para la paz
El Papa, en su mensaje al evento NotAlone, invita a una fraternidad concreta, como rezar por quien nos ha hecho daño
La intervención quirúrgica del Papa ha provocado cambios en el encuentro NotAlone, el primer Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana, y que ha reunido en Roma a una treintena de premios Nobel de la Paz. El cardenal Pietro Parolin ha sustituido a Francisco en la reunión con los Nobel que se ha desarrollado en el palacio della Cancelleria, un impresionante edificio extramuros. Allí se han congregado nombres como Denis Mukwege, Maria Ressa, Óscar Arias, Nadia Murad, Juan Manuel Santos, Jody Williams, Leymah Gbowee, Muhammad Yunus, Shirin Ebadi, Olekssandra Matviichik, Tawakkol Karman… Junto al Secretario de Estado Vaticano, han elaborado un documento conjunto que han firmado simbólicamente después, en un evento en la plaza de San Pedro que ha comenzado a las cuatro de la tarde.
«Igualdad en la fraternidad»
Han actuado varios artistas conocidos, sobre todo, en Italia y, entre actuación y actuación, se han presentado proyectos e iniciativas relacionadas con la fraternidad. Ha intervenido Filippo Grandi, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. En su discurso ha recordado que hay más de 100 millones de refugiados en el mundo y ha explicado que su trabajo sería imposible sin «la fraternidad como forma de pensar, hablar y actuar». Grandi ha elogiado la acogida a los refugiados ucranianos que se ha extendido por todo el mundo y, por el contrario, ha señalado la desgracia de los sudaneses, medio millón que han escapado «de una guerra de la que nadie habla». Por eso, ha abogado «no solo por la fraternidad, sino por la igualdad en la fraternidad; seamos fraternos de la misma forma, porque todos pertenecemos a la gran familia humana».
Nadia Murad: Que los países promuevan un Ministerio para la Paz
A continuación, los premios Nobel de la Paz han tomado la palabra para leer la Declaración sobre la fraternidad humana en la que han trabajado por la mañana. La portavoz ha sido Nadia Murad, premio Nobel de la Paz en 2018. Nadia es yazidí y fue esclavizada por el Estado Islámico. «Nunca más la guerra, al odio respondamos con amor», ha leído en inglés alto y claro. Entre los puntos que ha señalado, y que han suscrito los premios Nobel y el cardenal Parolin, se encontraban cuestiones como combatir la violencia sexual, la esclavitud, o la limpieza étnica, tres desgracias que ella misma ha sufrido en carne propia. Y declaraba: «La paz, la justicia y la igualdad son las que tienen que guiar el destino de la humanidad».
«Que los países promuevan fuerzas conjuntas para crear sociedades de paz como, por ejemplo, la institución de un Ministerio por la paz», proponen los premios Nobel. Mohammad Yunus, premio Nobel de la Paz en 2006 por la creación de los microcréditos para personas pobres en Bangladesh y que han cambiado la vida de miles, ha continuado con la lectura del documento. Precisamente, con la parte del texto centrada en la economía, en una fraternidad social que reconozca la igual dignidad de todos, las condiciones de trabajo dignas, la justicia social, la acogida solidaria, la cooperación… «Reunidos con motivo del primer Encuentro Mundial de la Fraternidad Humana, llamamos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a abrazar nuestro llamamiento a la fraternidad. Nuestros hijos, nuestro futuro solo pueden prosperar en un mundo de paz, justicia e igualdad, en beneficio de la única familia humana: solo la fraternidad crea humanidad», ha concluido.
«Los hermanos son un ancla de verdad en el mar de la mentira»
Después, el cardenal Gambetti ha leído un mensaje especial enviado por el Papa. Francisco les ha asegurado a los participantes que está contento de que hayan respondido a la convocatoria, aunque él no haya podido estar presente.
«Me alegra poder reafirmar junto con ustedes el deseo de fraternidad y de paz para la vida del mundo», escribe el Papa en este texto en el que reitera que la fraternidad no debe ser un concepto abstracto, especialmente en nuestros días. Necesita de gestos concretos que partan de cada uno, reclama el Pontífice, como «reconciliarnos con la familia, con los amigos o con los vecinos, rezar por quien nos ha hecho daño, reconocer y ayudar a quien está en necesidad, llevar una palabra de paz a la escuela, a la universidad o a la vida social, ungir con nuestra cercanía a alguien que se sienta solo».
Una gran alianza espiritual
«Solo una gran alianza espiritual y social que nazca de los corazones y gire alrededor de la fraternidad puede volver a poner en el centro de las relaciones la sacralidad y la inviolabilidad de la dignidad humana», asegura Francisco que anima a seguir diciendo, alto y claro, «no a la guerra».
Además, subraya que la palabra «hermano» no es nunca vacía, sino reconocer que el otro es nuestro semejante, más allá de vínculos de sangre o étnicos o de relaciones de interés: «Los hermanos son un ancla de verdad en el mar tempestuoso de los conflictos que siembran la mentira. Evocarlos es recordarle a quien está combatiendo, y también a todos nosotros, que el sentimiento de fraternidad que nos une es más fuerte que el odio y la violencia, de hecho, nos reúne a todos en el mismo dolor».
La fratenidad cambia la política
Y señala que «la fraternidad es un bien frágil y precioso». «Las sociedades eligen la fraternidad también las políticas cambian: la persona vuelve a prevalecer sobre el beneficio; la casa común que todos habitamos, sobre el ambiente que se explota para los propios intereses; el trabajo se paga con el justo salario; la acogida se convierte riqueza; la vida, en esperanza; la justicia se abre a la reparación y el recuerdo del mal causado sana en el encuentro entre las víctimas y los culpables», afirma el Pontífice.