Paolo Bizzeti: «Se crearon expectativas inconsistentes sobre la derrota de Erdogan»
El presidente de Cáritas Turquía subraya que uno de los retos del recién reelegido presidente de Turquía será hacer frente a las consecuencias del terremoto de febrero y evitar que se repita una tragedia similar
La Iglesia en Turquía no cree que el nuevo mandato de Recep Tayyip Erdogan vaya a traer «cambios» a la situación de la Iglesia católica. «Sinceramente, este Gobierno no ha hecho una política restrictiva», ha asegurado esta semana en sendas entrevistas a la agencia católica italiana SIR y a Fides el vicario apostólico de Anatolia y presidente de Cáritas Turquía, Paolo Bizzeti.
Esto no impide que haya «cuestiones no resueltas de fondo, como el reconocimiento de la personalidad jurídica» de la Iglesia y las instituciones católicas. También «la posibilidad de construir nuevas iglesias, dar una asistencia adecuada a los refugiados cristianos para que puedan tener sus propias estructuras en las que reunirse y rezar».
Por otro lado, matiza que «un cierto laicismo que relega la religión a lo privado no es muy deseable para nosotros». Sí lo es en cambio que el Gobierno «tenga en cuenta el sentimiento religioso de las personas. No podemos aceptar una religión relegada simplemente a las conciencias».
«Política de colaboración»
En su felicitación, Bizzeti deseó que el presidente «siga aumentando una política de colaboración con todas las fuerzas políticas, sociales, religiosas y culturales presentes en el país». Turquía es un país «rico en recursos y diversidad»; algo que hay que «valorar y no penalizar».
Erdogan se enfrenta a un nuevo mandato marcado por el terrible terremoto del 6 de febrero y sus réplicas, que dejó casi 51.000 víctimas en el país. «Fue ciertamente una gran tragedia que impone intervenciones muy importantes, estructurales y un replanteamiento de la construcción que creció de forma anormal y sin reglas». Esto implica que «habrá que intervenir» para que, en un país con un importante riesgo sísmico, no se repitan las condiciones que hicieron posible tanta destrucción.
Al mismo tiempo, «está la emergencia inmediata de las personas que todavía viven en tiendas y viviendas prefabricadas», sobre todo los más pobres y los que han perdido todos sus bienes. «Pasadas las elecciones habrá que afrontar su situación», sobre todo de cara al verano y la llegada del calor y de epidemias. «Es un compromiso muy grande que el Gobierno puede afrontar con la ayuda de otras organizaciones, entre ellas Cáritas».
Interlocutor internacional
En las entrevistas, el vicario apostólico de Anatolia aborda el hecho de que los comicios del pasado domingo eran los primeros en los que parecía que la oposición tenía posibilidades de ganar. «Muchos esperaban de estas elecciones el fin de la era Erdogan, pero no ha sido así». Finalmente, obtuvo un 52,16 % de los votos en la segunda vuelta, frente al 47,84 % de su contrincante, Kemal Kiliçdaroglu.
Aunque afirma que él esperaba este resultado, «se habían creado una serie de expectativas sobre su derrota» que resultaron «inconsistentes». Algo que atribuye a la «insuficiencia de los instrumentos de los medios de comunicación occidentales». Su «escaso conocimiento del país real lleva a una cierta superficialidad en la forma en que se entiende Turquía». Los resultados no dejan de demostrar que el país está dividido y que «mucha gente no comparte su perspectiva», reconoce. Con todo, «la gente lo votó».
Apunta que en este resultado han podido influir el carisma del presidente, y logros como llevar a Turquía «a la escena internacional» y «las grandes obras públicas» y su impacto económico. Además, «hay una serie de valores sobre los que la sociedad turca, o más bien una buena parte de la sociedad turca, es muy sensible: la familia, la estabilidad, la tradición, la religión con su propio lugar también público». Aunque reconoce que también es relevante que «los medios están en gran medida en manos del Gobierno».
Al mismo tiempo, analiza que cuando Kiliçdaroglu dio un giro nacionalista y prometió la expulsión de migrantes y refugiados, «quiso competir con Erdogan en el terreno de Erdogan, y no fue muy creíble. La oposición no tuvo el valor de representar algo realmente diferente».
La comunidad internacional también está «muy dividida» respecto a la figura de Erdogan, admite Bizzeti. Recuerda que, si bien cuando el Gobierno turco reislamizó la basílica de Santa Sofía en 2020 «en Occidente se le dio mucho peso, después nadie mostró un gran interés». De hecho, apunta que muchos líderes le han felicitado tras su victoria e incluso «han hablado de valores comunes». «Representa un interlocutor importante para muchos fuera de Turquía»: Europa y Estados Unidos, Rusia y las monarquías del Golfo, «por razones diferentes e incluso a veces contrapuestas». Presentarlo como «un dictador aislado que avanza por su cuenta» es «una lectura errónea de la realidad». Por eso, defiende que tampoco «se puede hablar de “régimen”».