Terremoto en Siria y Turquía: «¿Qué podemos hacer? Las Cáritas nos están llamando» - Alfa y Omega

Terremoto en Siria y Turquía: «¿Qué podemos hacer? Las Cáritas nos están llamando»

Los responsables de Cáritas en Turquía ya han llevado ayuda a las zonas más afectadas por el terremoto y están colaborando con las autoridades. Mientras, en Alepo (Siria), se teme que las sanciones dificulten la llegada de ayuda humanitaria

María Martínez López
Búsqueda de supervivientes en Jandaris (Siria), ciudad en manos de grupos rebeldes. Foto: OSV News Photo.

El que puede ser el segundo peor terremoto en Turquía desde 1939 sorprendió a John Farhad Sadedrin, responsable de Cáritas Anatolia, en Italia. Cuando logró llegar a Iskenderun encontró derruidos dos hospitales, 200 casas y las catedrales católica, ortodoxa y siriaca y al personal del obispado durmiendo, con 70 vecinos, en otro edificio de la Iglesia.

La cifra de muertos ya ha alcanzado los 16.000, aunque la Organización Mundial de la Salud preveía 20.000. Una cifra que cuesta imaginar, pero que para Sadedrin incluye rostros como los de «cinco familias de refugiados sirios a los que atendíamos en Gaziantep: 30 personas muertas en total». Muchos sirios vivían en las «construcciones más viejas», explica Paolo Bizzeti, vicario apostólico de Anatolia y presidente de Cáritas Turquía.

Rescate de una mujer de entre los escombros de uno de los hospitales de Iskenderun (Turquía) el 6 de febrero. Foto: OSV News Photo.

«Es una tragedia de grandes proporciones», prosigue. «Faltan la electricidad, el agua… todo. Muchas de las 1.000 familias que atiende Cáritas Anatolia han perdido lo poco que tenían». El pasado miércoles Sadedrin iba a reunirse con el prefecto de Iskenderun «para preguntarle qué podemos hacer. Las Cáritas de todo el mundo nos están llamando». Después quería llegar a las zonas más afectadas, como Gaziantep, con 400 mantas y productos básicos. Ya de noche, transmitiría a Cáritas de Italia y Estados Unidos las necesidades.

En paralelo, Bizzeti se había quedado en Italia para coordinarse con Cáritas Internacional y Cáritas Europa. «El verdadero desafío son las próximas semanas, porque al principio todo el mundo ayuda». En la zona, «febrero es el mes del frío», y hará falta «encontrar un sistema para que la gente pase estos meses». Para ello, «queremos trabajar en estrecho contacto con las autoridades».

La catedral católica de Iskenderun no soportó el seísmo, de al menos 7,6 grados de magnitud. Foto cedida por John Farhad Sadrebin.

Al sur de la frontera, en Siria, «Alepo ya estaba castigada por la guerra, por las sanciones» y por un brote de cólera. «Y ahora este terrible terremoto», se quiebra la voz del marista George Sabé. Alejandro León, responsable de los salesianos en Oriente Medio, explica que «los edificios llevaban doce años sin mantenimiento y sufriendo bombardeos». Muchos sucumbieron. El sacerdote Emad Daher falleció al derrumbarse la residencia del arzobispo emérito melquita.

El primer día, los franciscanos acogieron en su convento a 2.000 personas; los maristas, a 1.000 y los salesianos a 500, que «dormían sentados porque solo conseguimos 40 colchones; te partía el alma», narra León. Sus edificios «son en general más seguros que el resto». Algunas personas llegaban enviadas por otras iglesias y por entidades civiles. «No podemos decir a nadie que no», subraya Sabé, mientras a su alrededor la vida se desenvuelve entre colchones tirados en el suelo y mantas que corren de mano en mano. «También mandaron ayuda», agradece el salesiano. «Con la guerra ya existía un mínimo de coordinación». En su centro, la gente no tardó en «pedirnos que los acogiéramos en nuestras casas de Al Kafrun y Damasco». Muchos no saben si podrán volver a casa y «tienen miedo» a quedarse en una ciudad herida, «porque las noticias dicen que habrá muchísimas réplicas».

Las familias llenan las aulas y salas de todo tipo del convento de los maristas en Alepo (Siria). Foto: Reuters / Firas Makdesi.

Mirando el futuro, Sabé aún no tiene respuesta a «cómo van a poder sobrevivir estas familias». «Hasta el momento» no ha llegado «nada» de ayuda, «ni de fuera ni de las autoridades. Solo de Cáritas, Manos Unidas y alguna organización francesa». A ello se suma, apunta León, que con las sanciones impuestas al país «vamos a tener que dar saltos mortales» para recibir dinero. Por ello lo mejor es canalizar los donativos a través de instituciones como Cáritas o Misiones Salesianas, para simplificar los envíos lo más posible. Mientras tanto, concluye Sabé, «nos defendemos como podemos», respondiendo «a las necesidades del momento tal como viene».

RELACIONADO