El Espacio Labruc presenta Memorias del subsuelo, una adaptación libre de la novela de Fiódor Dostoievsky que Juanje de los Ríos y Miguel Valentín han traído a escena, con muchos matices modernos, pero con la misma angustia existencialista.
El protagonista (Fernando Jiménez) es un joven que vive inmerso en una paradoja, la necesidad y el rechazo a la vida, en la angustia de estar solo y el regocijo de autocompadecerse de esa soledad evitando el contacto con el otro. Sin embargo, la pulsión de vida le hace intentar estar conectado al mundo aunque sea con las redes sociales como «amigos», el ordenador siempre encendido como luz de cada día, y los cascos en las orejas para oír música y no escuchar.
El protagonista es, en sí mismo, una continua contradicción del anti héroe moderno que lamenta su vida y al mismo tiempo cava su propio hoyo. Siente el subsuelo en el que vive como algo importante, porque es un lugar oscuro, frío, y triste, pero es suyo. Se lamenta de su situación, pero no quiere cambiarla. Y afirma que la vida se ha acabado a los 30. Como tantos anti héroes modernos que vemos cada día, con los que nos cruzamos por la calle, de los que pasamos de largo, éste también tiene la mirada perdida, y ningún brillo en sus ojos. Necesidad y búsqueda de amor, de Eros, de vida, y sobre todo de comunicación. Y abrazo a lo contrario, destrucción, Thanatos, violencia, y aislamiento. Son las dos caras de una persona que habita con un gran vacío existencial, y que apegado a la tecnología busca satisfacer lo que no le da el contacto humano.
La autocompasión por el desprecio y abandono de la sociedad, que para él le da la espalda, no producen lástima en el espectador ya que el protagonista, un chaval anónimo cuyo nombre no revela en toda la obra, (¿y qué más da?), siente confort en su propia desgracia, e incluso es capaz de herir al otro para poder sentirse superior, y alimentar un poco su autoestima. Cuando tu Yo es el centro de tu vida, también queda empequeñecido si no miras que alrededor hay mucho más.
No hay que irse muy lejos para ver que este personaje, fabulosamente interpretado y caracterizado, es un individuo común en nuestro tiempo. Alguien con miedo a la muerte, alguien a quién le da lástima y pereza la vida. Alguien que en el fondo tiene miedo, y tiene sed.
En ese subsuelo oscuro en el que vive, desordenado y sucio, vemos una persona que aún joven se ha cansado de vivir y de luchar. Pero que no tiene su llama apagada del todo, y que como ser humano tiene las mismas necesidades de amor que el resto. Cuando conoce a Lisa (Inés Sánchez) demuestra que es no es más que un animal indefenso en busca de calor humano. Un hombre sin esperanza, pero al que le gustaría confiar; un hombre sin fe, al que le gustaría saberse amado; un hombre que se apega a las cuatro paredes de su cuarto oscuro, pero que sueña con una ventana. Una persona que mañana, con su mirada seca, su vista hacia el infinito y sus cascos en las orejas, es probable que te encuentres en el metro. Un anti héroe de nuestros tiempos.
★★★★☆
Espacio Labruc
Calle de la Palma, 18
Tribunal
OBRA FINALIZADA